Derramó el rojo vino por la suave tela, ella ardía en furia mientras el líquido sangrante se perdía en el brillante carmesí. Un tirante estaba roto y el escote destrozado, lo odiaba y lo amaba como a ninguno, quería arrancarlo a tirones y quedarse vestida en su propia piel, la piel que tan pocas veces él usó; una traición, dolor, rencor y amor, todo conjugado y enfundado en ese exquisito regalo, pues ese vestido se lo había dado él.
**Algo corto para antes de dormir, que duerman bien, saludos.**
Como para continuarlo, con lo anterior, antes del vestido regalado y dejas en suspenso esas historias que me gustan de escotes, piel y vino.
Besos amiga!