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Seiko 3000 - Capítulo 36 - ¿otro Comienzo?

Ivon tosió un poco al despertarse. Estaba mareado cuando quiso levantarse pero no corría prisa. Tenía los huesos entumecidos, dormidos. Aunque estuviera en medio de una carretera no le importaría que lo arrollasen. Estaba cómodo de momento. Parecía haber humedad en el ambiente y flotaba un olor vagamente conocido para él. ¿Bosque? ¿Leña? ¿Casa? No le importaba mucho. Intento recordar algo anterior a la siesta que se estaba dando en medio de la calzada.
“¡Maldito… Bastardo Ustul! ¡Ójala te pudras en los infiernos!” la escena estaba borrosa como la niebla que vislumbraba con los ojos entornados. Había luchado con Carlos pero no recordaba que sucedió después de ello y nada sabía de cómo hubo llegado hasta allí…
“Veamos” dijo pensando tumbado y boca abajo “Si estaba en la torre nº 1 tuve que haber salido por algún lado de ahí. Pero no creo que lo haya hecho. Entonces, ¿Cómo puñetas llegue hasta aquí?... ¿Donde esta Kas, Roberto...? ¿Y mi hermana?” Habían sido capturados antes de que pudiera hacer algo para defenderles, supuso que estarían kilómetros y a varios metros de profundidad lejos de él. Quería estar con ellos, que le
ayudasen a levantarse, pero no estaban allí. Debía hacerlo solo. Empezó a levantarse colocando la palma de las manos en el suelo y despegándose del suelo. En efecto, estaba molido a palos y tenía la ropa raída. A pesar de que hacia un frió espantoso, Ivon podía aguantar. Toco su cintura y descubrió que espada, más bella que útil, permanecía intacta en su funda. “Recuerdo haberla usado…” De inmediato una sucesión de imágenes le describió la batalla entre él y su capitán. El primer golpe no se lo espero Carlos pero aún con eso, pudo pararlo. La fuerza de su antiguo teniente había crecido en un instante de manera colosal. Aguantó unas estocadas más antes de contraatacar. Dejando ver su espada, a medio camino de estilete y katana. Cuando Ivon recibió los golpes de aquella espada temblaron sus manos. Sin duda esa espada era más dura y pesada pero su ex capitán parecía manejarla como si de una pluma se tratase. Duro un momento el envite de Carlos pero para Ivon paso una eternidad. A cada golpe que recibía bajo su espada iba desapareciendo la persona segura y confiada que batió en duelo a Carlos. A Ivon le aterraba la idea de verse acorralado como sucedió poco después justo al borde abierto de la planta. Jadeante y aun con la espada apuntando al pecho del orgulloso militar le quedaba un solo intento más. “Directo al corazón” pensó para apuntarle bien. Cerró los ojos y cuando les abrió dijo.
- Prepárate, asqueroso Ustul. Tu final esta cerca…
- ¿Más cerca que el tuyo? Te puedo asegurar que no – desafió a Ivon.
- Ah… – fue cargando cada vez su brazo derecho de una fuerza descomunal antes de llegar a su perímetro. Carlos seguía teniendo su espada por debajo de la cintura.
Solo un segundo después de que lanzase la espada en diagonal a su antiguo superior, estaba volando por los aires, abandonando la plataforma. Su supervivencia le impulso a agarrarse a lo primero que encontró. Era la punta del morro del misil que yacía en su compartimiento. Por debajo de sus pies, había una caída de más de 1Km de altura. A duras penas guardo su Espada en el hatillo de su espalda, donde la había llevado siempre y observo a Carlos, pletórico, en el mismo borde. Se estaba relamiendo de gusto, la vida de Ivon dependía de lo que la espada del capitán hiciera en aquel momento. Pensó en su hermana y lo que significaría perderla. Al igual Casandra, Roberto, Sirena, Yussuf… Jonás, Marina… E incluso su padre. Ahora se reuniría con él, donde estuviera que esté. Se abrazo al misil y…
- Espera – dijo en voz alta recobrándose - Si me hubiera pasado algo, entonces estaría…
“Muerto” dijo una voz que le sorprendió dentro de su cabeza. No quería hacerse la idea de que ya hubiera muerto. Había tantas cosas por hacer y gente por conocer que le resultaba imposible pensarlo. Aunque aquella voz hubiera acabado la frase por él.
- Imposible, esto –dijo intentando razonarlo – es una carretera, Por aquí pasaran coches…
“¿Piensas convencerte de que esta olvidada carretera puede traer algún coche por la espesa niebla que nos rodea?” Contesto la voz. Era realmente inquietante.
- Espera… Tú no eres mi mente… Hablas de “Nos” ¿Quién eres? – Y siguió sacando su espada apuntando a la perenne niebla en círculos - ¡Sal de donde estés!
“Espera y veras” Se atrevió a decirle.
- ¡No pienso esperar con evasivas! – Se enojo Ivon - ¡Quiero verte ahora!
Solo obtuvo silencio. No. Aquello no podía ser ningún limbo o el cielo. Si todavía era consciente y hablar… ¿Que le separaría de estar vivo?
- Supongo que tendría razón. Debo seguir. Quizás esta carretera me lleve a algún sitio…Y se puso en marcha.
Mientras avanzaba por la carretera, en dirección a donde vio algo opaco, se sentía más solo a medida que avanzaba. Sin el apoyo de su
hermana, ahora conocida, se sentía desorientado en aquella especie de
desierto. Ningún coche aparecía por la carretera ni nadie acudía a sus
gritos de auxilio que decía de vez en cuando. Cada vez estaba más seguro de su muerte. La sensación era parecida a la de estar vivo. Notaba dolor por andar durante horas y hambre de vez en cuando. El olor le recordaba algo conocido pero sin saber el que, todavía.
- No puedo estar muerto todavía, pensaba que ese paso era distinto y no tendría que sufrir tanto… - dijo cuando empezó a notar algo de sed.
“¿Todavía piensas en eso?” apareció la voz insidiosa.
- ¿Y todavía eres tan impertinente? – dijo, enfadado, parándose en el camino.
No había nadie a la redonda, todo seguía a cubierto por la espesa niebla
– Supongo que no te puedo ver…
“¿Y en que lo has notado?” dijo en un tono humorístico sin gracia alguna.
- Paso… - y siguió el camino. Cada vez se acercaba a una especie de montaña. Estaba seguro que encontraría una casa cercana donde pudieran recibirle y darle de comer.
“Oye… Si piensas en comer mejor que te vayas olvidando” le dijo la voz con una noticia sorprendente.
- ¿Será por que estoy muerto, idiota? – le pregunto con mala… gana.
“¡No! ¡No!... Oh, quiero decir que pronto sabrás, dónde estas” Parecía que la voz se le había escapado algo. Al enterarse de ello, sonrió y empezó a correr. La vocecilla no había dado por sentado que estuviera muerto, así que por eliminación, seguía vivo. Aquella noticia le impulsaba más rápido a lo que parecía un pueblo mediano con varias casas…
- Veo una ciudad, delante… ¿Cuál es?
La voz parecía callarse, con la impresión de no aguarle la sorpresa. Aunque la niebla era espesa, el gris claro daba la sensación de ser medio día. Ivon no tenía un reloj que le pudiera decir la hora. Pero daba una inquietante impresión de que el pueblo estuviera durmiendo. No había ningún ajetreo.
- ¿Me puedes decir, solo como se llama la ciud…?
Había un cartel que no advirtió y se estampo de bruces con él. En el suelo y frotándose la cara, pronuncio unas maldiciones por lo bajo y miro el cartel.
“Esperaba que lo hubieras visto antes” dijo la voz. Parecía venir como de un fantasma que venía como agotada de correr, jadeante.
“¿Eh, estas bien? ¡Parece que hubieras visto un fantasma!” dijo como si no lo fuese.
- Pues parece que si, pero, esto es imposible…- No daba crédito a lo que veía.
El cartel era de bienvenida al pueblo…

Al pueblo abandonado de Agreste.
Keitaro29 de octubre de 2008
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