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Seiko 3000 - Capitulo 62 - Los Refuerzos y la Ciudad Del Viento

Tras unos días de búsqueda de unidades disponibles, Icíar y Jonás estaban defraudados. Ninguna unidad de las US parecía estar libre. Alfa se había deshecho y el capitán Taraca no había solicitado un reemplazo, seguramente, por su nuevo cargo al mando de la familia ustul y su consejo asesor del presidente. La unidad Beta, de Novo, estaba encargada de asegurar la reinstalación de Námeca del Norte al igual que la unidad Gamma de Jamber. Épsilon estaba en una misión desconocida y no estarían disponibles hasta finales de abril. La única que quedaba, era la unidad Delta en la cual, por si fuera poco, la capitana Verdasco había dado permiso a sus hombres hasta finales del verano.
- Dudo que Épsilon fuera a aceptar nuestra misión, dado a que no les aportara nada
El tono derrotado de Icíar era síntoma del rotundo fracaso de conseguir apoyos.
- No hemos consultado a todos – dijo Jonás, al cabo de un rato – Consigue la ficha de Marina Gálvez. Consultémosle a ella.
- ¿A ella? ¿No estaba de permiso? – dijo Icíar con desgana
- Reside en Bahía Cost, seguramente este más cerca que nadie para ayudarles…
- De acuerdo… Aunque no se si será bueno
Tardaron poco en dar con la dirección y el teléfono de marina. En cuanto lo supieron se pusieron en contacto en su casa. La voz de una vieja señora les sorprendió.
- ¿Diga?
- Buenas tardes ¿está la señorita Gálvez? – preguntó Jonás
- ¿Madre o hija?
Icíar devolvió la mirada de desconcierto a Jonás.
- Preguntaba por Marina. Marina Gálvez. Hija… supongo
- Un momento… - y aquella mujer tapo el auricular. En unos minutos la cálida voz de Marina tranquilizó a los dos.
- ¿Quién es?
- Marina, soy Jonás… Me recordaras. Era el sargento de la US Alfa, el amigo de Ivon
- Ah… sí. Pero ¿Qué sucede? Estoy de permiso y es raro que me llames aquí
- Verás – Icíar tomo las riendas de la conversación – Marina. Ahora somos miembros de la guardia personal del presidente Kastor y necesitamos hacernos con tus servicios durante una corta temporada…
- ¿Qué? ¿Quién eres tú? ¿Qué significa todo esto? – preguntó extrañada
- Escucha, Marina. Tu unidad esta de permiso mientras las demás no pueden ayudarnos. Estás libre – explicó Jonás – Así que necesitamos tus servicios durante un tiempo. ¿Estas en Balcania, no?
- Sí, pero lo estoy porque en pocas semanas comienza el campeonato de Almindrens de Bahía Cost. Estoy de permiso por que así lo requiere mi equipo…
Tanto Icíar como Jonás se quedaron boquiabiertos. No lo sabían.
- ¿No estarás libre unos días?
- No. Lo siento, no puedo ayudaros…
La decepción fue mayúscula. Pero Marina tuvo interés por la llamada y preguntó.
- ¿Para que me necesitabais?
- Para ayudar a un viejo amigo – dijo Icíar
- Necesitamos que salves a Salvador Aimier – explicó Jonás
Icíar se dio cuenta que lo que Jonás había dicho podría causar graves problemas.
- ¿Y ese quien es? –preguntó con una carcajada, Marina.
Jonás trago saliva y relató a grandes rasgos quien era aquella persona
- Ivon Hylyn Salazar, a quien conociste como Teniente de la US Alfa, es el Aimier Directo, Salvador Aimier Veritángel, al que le persiguen como terrorista La Fuerza y varios caza-recompensas de tu país. La última vez, estaba en Halaria ¿Nos ayudas?
Tras 3 días, pasaron la veja del otro lado. Salvador, Alcoida y Cassandra se habían fortalecido enormemente mientras que Roberto y Fran habían crecido en agilidad y agudeza. Mirella, por el contrario, había perdido algo de fuerza. Desde la desaparición de su hermano y la emboscada de Víctor a Salvador, parecía haber cambiado para bien.
Actualmente era más trabajadora y se desvivía a la hora de sanar a los demás. La mala leche jamás volvió a aparecer en ella ni en el resto del viaje.
Ahora, debían enfrentarse al gran reto de subir por la montaña de Eolos. Al comienzo de la subida, el frío era normal pero, según subían, la nieve era más copiosa. A los cuatro días de la ascensión se desato una feroz tormenta de nieve que impidió que el grupo siguiera avanzando. Gracias a la tienda de Cassandra, a los conjuros de Alcoida y a las pocas provisiones que aún guardaban por el racionamiento de Mirella, pasaron todo el día al resguardo de la peligrosa tormenta. Para cuando hubo amanecido, reemprendieron la marcha siguiendo el camino lleno de nieve que conducía a la ciudad de los vientos.
Vendaval era una ciudad entre dos picos de las montañas de Eolos. De antaño conocida como la ciudad del Viento, los molinos que aprovechaban la feroz fuerza aérea, habían evolucionado en magníficas construcciones blancas que jamás paraban de moverse. Al lado de ellos se hallaba la explanada de la escuela de Vendaval, que fue el centro de la ciudad durante años. El resto de la ciudad se extendía hacia la ladera sur donde se aprovechaba de la luz del sol mientras que la parte norte dominaba el bosque de pinos silvestres de las montañas.
Al ser una región ventosa, ningún avión solía pasar por allí ni siquiera, un helicóptero, por el riesgo tremendo que los contentes cambios del viento pudieran causar. Debido a ello solo existía el paso por carretera. Desde Halaria y serpenteando la ladera sur la carretera conectaba la meseta sur con la norte mediante el paso de los Halcones, un túnel por el que pasaba la carretera que suponía el paso de una comarca a la otra. Dado a la ingesta producción maderera de aquella ciudad y de la energía eólica de sus propios generadores, sobrevivía bastante bien. Su comunidad, pequeña pero muy abierta a todos, tenía el plus de que bastantes coches pasaran por su ciudad de camino a otros sitios y otros muchos fueran sólo por visitarla. Las vistas desde la escuela eran divinas.
Cuando llegaron lo hicieron por el camino viejo. Éste estaba en desuso y tuvieron que atravesar un jardín privado para llegar a la ciudad. Antes de que salieran por la cerca, una voz les sorprendió a los cinco. Se trataba de Dando.
- ¡Dando! – Exclamo Alcoida - ¿Dónde te habías metido?
Tras separarse del efusivo abrazo de su hermana, el Dandi explicó su odisea.
Le habían atrapado unos caza-recompensas para que alguno de sus amigos volviera a por éste. Aunque no esperaron que el que fuera, se cargase a todos tras ver como Fran y Salvador solventaron la situación, huyeron llevándoselo de rehén. Además, salir de aquel bosque, les trajo contrariedades. Uno de los cazadores murió por un citocornio. Y otro estuvo a punto de palmarla tras toparse con una Mireloclatropeida, un bicho de los pantanos con verdadera mala leche y realmente enorme. Aprovecho que el cazador que lo vigilaba estaba atendiendo a su compañero cuando me escape y pude salir por el norte del Bosque. Tras quitarse sus grilletes, hizo autostop en la carretera de subida a Vendaval y llego hacía un par de días a aquella casa abandonada. Supuso que les encontraría allí.
- Bonita historia – ironizo Salvador – Pero ¿dormiremos aquí?
Dando negó con la cabeza
- Me temo que no. Los propietarios volverán hoy. De todos modos he reservado unas habitaciones en el parador de la escuela. He dado nombres falsos.
A todos les tranquilizó y les gustó que aquella noche pudieran dormir en cama. El parador de la escuela era anexo a esta y tenia pinta de hotel caro. El Dandi repartió las llaves y quedaron para visitar la ciudad al cabo de una hora.
Los hermanos Aimier volvían a estar juntos.
- ¿Te has creído una sola palabra de Dando? – preguntó Alcoida al cerrar la puerta
- Sinceramente… Creo que ha metido la pata al volver – respondió
Keitaro24 de agosto de 2009
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