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Arturo, Yessy y Su Esposa

Cuando Arturo se fumó a su esposa no imaginó que ella, con sus largas uñas pintadas, le arañaría sin querer los pulmones, claro que ella, ya muerta, nunca descubriría que su querida Yessy, su perra, tendría unos cachorros, al día siguiente a su muerte, con un asombroso parecido a su marido.
Ella murió cuando él la filmaba masturbándose.
Con el pepino en la vagina sonreía a Arturo, de pronto le faltó el aire, lo agitó bruscamente hasta romperlo en pedazos y se abrazó al paro cardíaco que se presentaba, el marido, sin dejar de grabar, se acercó, esperó un rato sin saber que hacer y, sentado, filmó como ella se marchaba del mundo de los vivos.
Arturo, guardó sus cenizas durante dos meses en un precioso cofre color plátano, esperó al 14 de marzo, aniversario de boda y, como ritual, esa noche cogió el papel, mezcló el tabaco con las cenizas y preparó unos diez cigarrillos, estuvo cerca de una hora fumando mientras le hablaba a la luna, de ella, de su esposa, reproches, tan solo reproches.
A la mañana siguiente Yessy paría tres cachorros, el parecido de éstos con Arturo era, como ya dije, asombroso, por una parte lógico.
Su esposa trabajaba sábado si, sábado no, en el centro de salud de la ciudad, Arturo comía pipas ante la tele, a su lado Yessy, la perra.
Con el tiempo se harían amantes, Yessy nunca contó nada y Arturo premió su silencio.
Yessy, quedó preñada.
Por suerte, la mujer de Arturo murió para no descubrir el secreto.
Desde que la perra parió, cada mañana Arturo despierta con dolor, un fuerte dolor en los pulmones, un buen día se preocupó y salió, se decidió y salió al hospital, después de varias pruebas le confirmaron que los pulmones estaban arañados, no sabemos de qué, decían los médicos, sangre a borbotones a través de cinco profundos arañazos, restos de pintura, de laca.
Al principio él pensó que las uñas de la esposa le acariciaban sin querer, destellos de amor desde el mas allá, llegó a casa, se sentó cansado y Yessy se acercó, con ella los cachorros.
Esa misma noche, los cachorros se lanzaron sobre él, veinte, treinta o cincuenta arañazos en la espalda y, por dentro, los cinco surcos, cinco uñas pintadas clavadas, ahora en el corazón.
Kikeelduende16 de febrero de 2011

1 Comentarios

  • Indigo

    Jejeje, buen ejercicio surrealista, extraño texto, me gustó.

    16/02/11 01:02

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