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Fantasma En “princesita”.

Tenía que hacer una gestión en Madrid para la ONG Ecos do Sur, así que decidí pasar dos noches en “Princesita”, una pensión muy barata ubicada en la Gran Vía madrileña, ante la imposibilidad de dormir en casa de mi primo Enrique ya que estaba su hija Amaya pasando unos días y no había sitio.
Finalizada la gestión -conseguir una ayuda de la Comunidad Europea- tomé una caña bien tirada, como sólo la saben tirar en Madrid. Y me dirigí en metro a casa de mi primo Enrique.
Era ya tarde, así que tomamos una cerveza y aplazamos nuestro encuentro para el día siguiente. Pues mi trabajo exigía una permanencia de dos noches en Madrid
Cansado y aturdido por las cuatro cervezas que me había tomado, llegué a la “Princesita”, donde la descortesía y la suciedad estaban a la par.
Ya en mi cama, leía “La espada y la palabra”, sobre la vida de Valle Inclán, cuando de repente sentí una presencia en mi cuarto. Más concretamente a los pies de mi cama.
Y efectivamente allí estaba: Desnudo, largo, enjuto, con gesto hosco.
“Hola Kiko”, soy Alfredo, muerto hace ciento cincuenta años”, dijo con marcado acento gallego.

“Pero bueno déjese usted de tonterías y haga el favor de vestirse”, le dije según trataba de empujarle para que se levantase de la cama. Pero...
Mis manos no podían tocarle sino que le atravesaban.

“Mañana a la mañana te encontrarás un billete de cincuenta euros. Tu primo Enrique se emborrachará. Un inmigrante te reconocerá en la calle. Comerás una deliciosa paella de Kikón. Y a la noche tu prima Vicky te comunicará los resultados del análisis de la biopsia: No aparecerán células cancerígenas en su tumor”.

Y dicho lo cual el extraño fantasma desapareció de mi cuarto.

Ni que decir tiene que todo sucedió tal como había previsto el “espido” fantasma gallego.
Me quedaba una noche más en la “Princesita”, así es que bien cargado de wiskie llegué a dormir sobre las cinco de la madrugada.
Me quedé en cama con un libro de Gil de Biedma esperando...

Y por fín llegó: “Buenas noches Kiko”.
“¿Cómo te llamas?”, pregunté.
“Soy Evaristo de Cangas”, señaló.

“Dime...¿Existe el cielo?”, le pregunté.
“El cielo es una invención humana, pero lo que si existe es el más allá”, objetó.
“De todos modos sólo vengo a despedirme, pues no estoy autorizado a hablar contigo.

Y sin más desapareció.


Kikovacanillas29 de marzo de 2016

1 Comentarios

  • Paulitinamente

    Vivencia literaria paranormal
    Que cosas te pasan !!!
    Y lo peor es que parecen cuentos , cuando yo sé que es tu día a día ...
    Saludos

    29/03/16 02:03

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