Empezé tonteando con el hachís. La idea era fumar cannabis y prescindir del tabaco.
Tarea imposible: El hachís tira del tabaco.
Así es que tras ir al "Eros" y comprar con mi amigo Fernándo un huevo de hachís, me situé en casa venga a fumar porros. Y claro, entre porro y porro "camel".
Ya no recordaba lo bien que se caga después de estar colocado de hachís o incluso con tan sólo fumar un "camel". Todo se hace más relajado.
A media mañana, como quien divide el día, entra de maravilla un cigarrillo.
Pero el mejor porro del día es el de la mañana, que te deja colocado para lo que pudiera venir.
Además, siempre que sea con moderación, el hachís ayuda en la lectura.
Torna la visión ágil. Y el espíritu potencia una lectura más ágil y profunda.
Luisa nos atendía en el "Eros" . Y nos sacaba con suma precaución el hachís de la cocina en unos cubos plateados.
Pero mi mundo narco daría un vuelco gracias a mi alumno (Clases de español para inmigrantes con Ecos do Sur) Mohamed, quien me presentó a uno amigos del Rif, quienes me vendieron un huevo, de una calidad fantástica por un precio muy inferior al de Luisa. Y con una calidad superior.
Por algo dicen que el chocolate del Rif es el mejor del mundo.
Seguí llevando mi vida normal: Talleres, gimnasio, escritura, lectura, clases de árabe, con el añadido de que ahora además era porrero. Las horas dedicadas al consumo eran las más placenteras del día.
Si bien sólo fumo en casa, pues hacerlo en la calle confirma mi nueva adicción.
A mi mente viene constantemente, cuando estoy colocado, aquellos porros de Antalya, en la costa turca, que olía de maravilla (decía: Dame un bocado) y que me indujeron a darme una carrera en pelotas por los arenales.
