Quisiera poder entender por qué siempre te busco en la distancia, por qué siempre encuentro una excusa para acercarme, o peor, por qué, siempre que llego tan cerca que puedo sentir tu aliento, me alejo precipitadamente, como tirada por una cuerda invisible, como un títere de cartón.
No sé por qué lo hago.
Desde la distancia te observo, pero no soy la única. Siento tus ojos, negros y empañados, en todos mis movimientos. Y me gusta saber que me siguen.
Sin embargo, tus labios siempre pronuncian las mismas palabras, tan corrientes, tan simples como cualquiera. Con todo, esconden profundos secretos, que se tejen entre los hilos de tus oraciones discretamente, casi invisibles, pero presentes.
Y yo siempre preguntándome cuándo va a ser el día en que utilices esos preciosos hilos en la trama principal.
No decís nada, aunque en secreto tus ojos me susurren tiernas palabras. Y yo, recurrentemente distanciada, cerca pero sin llegar, espero a que esa mirada me funda, y que tus labios finalmente formen esos sonidos hechos canción que pugnan por salir, aunque no encontremos nunca el momento para volverlas verdad.
Como un fruto que, aunque poco vistoso a la distancia, promete ya su fresco dulzor, aunque esa oferta sea siempre confusa y dudosa; de ahí viene tu nombre. Latiendo la esperanza con el ritmo de la vida, misterioso, expectante. Igual que yo. Ambos esperando el momento preciso.
Kili,espero que tu esperanza llegue a tu destino,me gustó,saludos