AclaraciÓn
El día que me cambié de mundo, era una mañana silenciosa, amarilla
el cielo nublado de plata y perlas tintadas
agua de mar, agua de río, agua del grifo, que salpicaba en las tejas de pizarra, de las casas por las que iba cruzándose mi camino. Abertura incierta y curva sin un final glorioso, solo la ida
recuerda que pasé por aquí.