El hombre nace libre, pero en todas partes le imponen cadenas. Algo así decía Rousseau en su famoso tratado. Si te librás de esas cadenas, no dejás de ser hombre, pero "corrés el riesgo" de ser diferente y de volverte misántropo o un marginado de la sociedad por no seguir tendencias, por no arroparte con una religión o un partido. ¿Qué cabría hacer? ¿No queda otra que convivir con esas cadenas? ¿O es necesario (urgente) deshacernos de ellas? Si ello fuera posible, la instauración de la anarquía "responsable" (¿es compatible tal sustantivo con tal adjetivo?) depedería de cada uno de nosotros. ¿Pero hasta qué punto un viejito solitario, excluido por propio gusto de la manada social es también un ser libre, un ser sin cadenas?... En fin... Soy bruma que divaga, divaga, divaga... Me gustó el texto, en serio. Abrazos.
14/01/08 07:01
Ese viejo, escapado por convicción, del resto de la sociedad, de ese grupo de otros hombres, ya lejanos a el, habla y nos comenta sus problemas gastados, por intermedio de un tercero. Quisiera creer que de ser un monólogo podría producirme una cierta necesidad de intercambiar opiniones con tal individuo, que en su tiempo fue nuestro colega.
El tiempo no es mi problema, quizás el protagonista cambie de opinión.
abunayelma
15/01/08 01:01