Una noche de verano, donde la oscuridad, resignada a desaparecer por la entrecana luz de la luna, se hallaba en un banco un hombre pensativo mirando hacia la infinidad del cielo, a simple vista podría decirse que emanaba melancolía, pues el silencio era tan fuerte que era capaz de ahogar la respiración de aquel hombre, si hubiera pasado alguien por el camino habría sido capaz de oler el polen que el viento amablemente transportaba entre las flores de los árboles, pero hasta estos dulces olores eran olvidados por la soledad de aquel lugar. El firmamento brillante que se dibujaba en esos oscuros ojos castaños, era también quien definía su rostro, un rostro joven, de facciones duras y cuadradas, suavizadas por el color rojizo de sus mejillas. Trascurridos unos minutos, el viento llego hasta el lugar donde él se encontraba, y con la naturalidad de un acto fortuito, acaricio su mano con una vieja hoja, que adelantándose al otoño cae llena de ternura tratando de aplacar la tristeza de aquel individuo. El hombre sobresaltado por el imprevisto roce fija sus ojos sobre la luna y esboza una sonrisa. Con la respiración aun agitada retoma su camino algo más animado y menos confundido, quien sabe cuáles fueron sus incertidumbres, pero el hecho es que el tibio roce de una hoja calmo su corazón y su mente en aquel banco a la luz de la luna.

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1 Comentarios

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  Tasukra

  Impresionante, simplemente impresionante. Se me erizó la piel mientras más se acercaba al final, el detalle de aquella tierna caricia fortuita que seguramente a muchas personas ya habría sonsacado una sonrisa, yo siendo una de ellas. Me ha encantado. Espero que pueda seguir leyendote Kopstent.

  28/08/12 02:08