¡¡Barbaro!! Es ver de refilon. ¡No te digo más! el brillo de tu flequillo, y me lanzo como perrita en celo a leerte, me tienes pillado ladronnn jajaja
pero ¡Joer! como dice Serge, con este relato se me ha erizado el bello y por ser tu, no entrare en detalles de la zona...
Siempre genial señor. Un abrazo.
Antonio
Gracias, Serge. En realidad lo más triste de la historia es que en esta ocasión no hay nada inventado.
Es cierto, en ocasiones ni sabemos ni podemos decir que no.
Un abrazo.
Esteban.
Ay Esteban ese realismo con que lo relatas te pone un nudo en la garganta.
De pequeña una vez fui testigo de algo parecido en el pueblo de mi madre. No tenía yo todavía eso que se llama uso de razón, porque asistí sin saber la verdadera dimensión de lo contemplado. (quizá tuviera 4 o 5 años, o menos)
Relatas muy bien, ya lo sabes y llegas.
Besos
Mi querido amigo, algún día pondré una foto de cuando sí tenía flequillo para tu deleite...
La historia es triste, fue una mala experiencia que ojala nunca hubiese vivido; me conmovió y he querido compartirla.
Gracias por tus palabras, y un fuerte abrazo.
Esteban.
Gracias, Asun. Como le decía a Antonio he querido compartir aquí la triste experiencia y veo que también conmueve a quien lo lee.
Por lo que me dices, fue mejor no tener todavía uso de razón.
Un fuerte abrazo, paisana.
Esteban.
Querida Sete: sabía que no te gustaría nada leer esta relato teniendo en cuenta lo mucho que te gustan los felinos y en especial los gatos. Por eso te agradezco doblemente tu comentario.
Gracias, en el el fondo y en la forma...
Besazo, guapa.
Esteban.
un crudo relato para los que amamos a los animales.
y como siempre la elocuencia de un
Los que nos hemos criado en el campo sabemos de cosas que los urbanistas desconocen, no sé si por suerte o no. Yo alguna vez lo he vivido de lejos, y siempre me ha dado la misma sensación de pena, vergüenza, dolor...Eso y los chillidos del cerdo al que están sacrificando todavía me persiguen de vez en cuando. Quizá por cosas así hace ya años que no pruebo la carne, y quizá también por eso vivo rodeada de animalitos. Hasta un erizo he llegado a tener. Abrazarlo era...asunto complicado.
Eres una maestro de la narrativa, pero ya lo sabes, no te estoy diciendo nada nuevo.
Un beso
Que pena me ha dado todo el relato y sobre todo sentir esa impotencia y no poder hacer nada, muy realista, estremece leerlo. Te felicito.
Un saludo.
Gracias, Albasilencio, por tu doble comentario. Me gustan ambos. y comparto contigo el respeto por los animales.
Un beso.
Amiga Beth: asistí un año a la matanza del cerdo en el pueblo de un amigo. La verdad es que lo pase bien y me gustó el ambiente festivo, pero me has recordado en tu comentario los terribles chillidos del animal...
Lo de abrazar a un erizo da para escribir un relato jajaja.
Gracias por tus comentarios siempre generosos conmigo.
Un beso fuerte.
Esteban.
Taber, gracias por pasar por mi espacio y dejarme tus impresiones. Te lo agradezco mucho.
Un cordial saludo.
Esteban.
Conmovedor,triste y real como la vida/muerte misma.
Amigo, el campo es otra cosa y la gente de campo afronta estas cosa con triste naturalidad.
Lo peor de la historia seria ver la cara de la niña al saber que sus retoños no volveran
Caray, Esteban. Qué duro, y aun así qué elegancia y sensibilidad para describirlo. Perfecto, como siempre.
Un abrazo.
Carlos.-pues efectivamente, en estos casos la diferencia de sensibilidad es muy diferente entre el campo y la ciudad. Lo peor fue que los buscó todo un día...
Gracias por pasar. Un abrazo.
Hola Alberto. Cuanto tiempo sin verte. Yo también aparezco poco por aquí últimamente; espero cambiar esta mala costumbre...
Un abrazo y gracias por comentar.
Esteban:
Que terrible relato, me has hecho erizar. Esa historia es muy triste y es verdad muchas veces no sabemos decir no aunque sepamos que es un error.
Tu escritura como siempre impecable, pero el contenido me ha conmovido.
Saludos.
Serge.