Fue justo antes del amanecer miserable,
la madrugada se exhibía negra
seduciendo a nueve gatos de grafito
escritos con las puntas rotas de mi pelo deshecho entre tus dedos.
Saliste al alba como un tanque enemigo,
bombardeando cabezas de vidas cualquiera,
seres ordinarios socorridos por Satán.
Me deslicé fuera de mi profundidad,
fuera de mi mente
con el miedo fluyendo detrás y,
luchando por sobrevivir,
comencé a excavar trincheras encima de nuestra piel.
Decidí continuar y el recorrido me llevó por tu espina dorsal
desde el cuello hasta la pelvis,
donde sostenías tu álter ego en estado de guerra total.
No tuve claro hasta el final de la batalla
si me enfrentaba a mi rival o me rendía ante él.