Me da rabia ver como en un segundo lo suelo perder todo. Sí, suelo ser feliz durante 24 horas, luego, me noto vacía. Noto como si me faltara algo. Mejor dicho, alguien. Pero la verdad es que al final te acostumbras. Te acostumbras a dar sonrisas falsas, a llorar sola en casa. De disfrutar de la soledad. Te acostumbras a las decepciones de la gente, a los errores, a los fallos, pero nunca aprendes a desconfíar. Porque claro, todos van de amiguitos. Todos están ahí en las buenos, eso es fácil. Pero, ¿y en las malas? Eso es diferente. En las malas empiezaas a ver quienes están y quiénes no. Quienes son capaces de escucharte y quienes no.
Porque soy muy gilipollas, lo admito. Un día no te quiero ni ver, pero al fía siguiente quiero dejar el mundo por ti. Decepciono a la gente que lo daría todo por mi, pero lo doy todo por la que me decepciona. Suelo pensar lo peor. Suelo pensar que nadie cambia y que nada se soluciona. Nunca aprenderé, lo sé. Pero,¿qué más da? Lo único que me importa es que mi vida no es un sueño, ni mucho menos, pero es mi vida. Mi manera de vivirrla. Mi manera de ser feliz.
