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Capítulo Ii: la Oscura Verdad.

Conmocionado por aquellas palabras, seguí caminando al interior del arco, por nervios cerré los ojos, y lo pasé, lo primero que sentí fue la honda del calor abrazador que rodeaba mi cuerpo y un olor a carbón intenso, abrí los ojos y me encontraba en otro mundo.
Al parecer lo que había dicho aquél espíritu era cierto, me encontraba en las puertas del inframundo, parecía que me encontraba en el interior de un volcán, frente a mi había un puente que después de algunos metros se dividía en tres caminos, los laterales llevaban a unas cuevas oscuras y el del centro tenían unas escaleras flotantes, pronto de las cuevas salen unos críos, sin rostro y con una ropa descuidada, corrían hacia donde me encontraba y me cogieron las manos y me llevaron a las escaleras, estas se abrían en forma acaracolada, no sabía si estaba alucinando pero parecía que las mismas se extendiesen, el alivio era que mientras seguíamos subiendo menor era el calor que había, hasta que por fin llegamos al fin de estas.
Llegamos a un pasillo donde se encontraban unas paredes de piedra volcánica donde habían unas extrañas criaturas, habían centauros, arpías aladas, minotauros, y algunos orcos, todos se alteraron y empezaron a gritar, seguimos pasando y veía como algunas almas se encontraban en las paredes encadenadas, llorando sangre en una inmensa agonía, los niños no me dejaban detenerme, seguían halando de mis brazos y entramos a un anfiteatro, donde me llevaron hasta el medio de la arena y luego se fueron, cuando salieron de ahí cerraron las puertas, como si pensasen que me podría escapar, luego regresé la mirada a las gradas superiores donde había una multitud de criaturas como las del principio, igual de alteradas y luego me fijé que en el centro de las gradas, en un salón cerrado se encontraban siete tronos de oro puro, en cada uno de ellos había una persona, pero no se les veía el rostro por la pequeña sombra que les hacía el techo de tela, entonces fue cuando uno de ellos se levantó, este tenía aspecto de tener varios siglos encima, con una túnica color verde olivo, alzó un bastón y con fuerza lo golpeó contra el suelo.
-¡SILENCIO!
Fue cuando entonces toda la multitud guardó silencio, y se sentaron, esa persona los miró de un lado a otro.
-Mucho mejor, ahora tú –refiriéndose a mi en ese entonces- ¿Tienes alguna idea de quién eres Damien? ¿Sabes si acaso por qué estás aquí?
-No señor, pero ¿Cómo que quién realmente soy?
-Damien, ¿realmente no recuerdas nada antes de tu exilio?, ¿no recuerdas que por poco destruyes a los tres reinos?
-Pero de qué me estás hablando, eso es imposible y cuales tres reinos.
-A estas alturas deberías entender que nada es imposible, los tres reinos que gobiernan en el planeta tierra: Reino Divino, Purgatorio, Reino Inframundo –su voz sonaba muy ronca y tosía cada cierto tiempo- debe ser que cuando llegaste al mundo humano después del exilio perdiste tus conocimientos, pero ya tendremos tiempo para discutir eso –retomando nuestra conversación- tú estás aquí es porque pensamos que ya estabas listo para tener las mismas habilidades y poderes que poseías antes, ya que necesitamos que realices algunos trabajos para nosotros.
Entonces se pone de pie otro de los miembros del consejo este levanta su brazo delicadamente y luego hace señas hacia mi.
-Espósenlo
De las paredes laterales salieron disparadas dos cadenas con grilletes que al instante me inmovilizaron y estas me halaron hasta elevarme y luego se detuvo con la seña que le hizo a los orcos quien había dado la orden, era muy alto por lo cual no podía ver su rostro, sólo veía su túnica de color rojo esmeralda, pronto traté de forcejear pero no conseguía ningún resultado.
-Es inútil que luches, quítenle la camisa para que los recuerdos no tengan obstrucciones–salieron dos minotauros y me cogieron por la espalda arrancándome la camisa de un golpe –ahora liberen a sus memorias- los mismos minotauros sacando un cofre dorado que tenía una calavera de un dragón en el medio, al abrirlo salieron unas esferas volando que iban directo hasta mi y entraron en mi cuerpo, dejando una marca en mi pecho y empiezo a recordar todo lo que había hecho, todas las personas, demonios y ángeles que había destruido, toda esa ira la percibía dentro de mí, hasta que me sentía con mucha más fuerza, me sentía muy poderoso, así que volví a forzar los grilletes y esta vez conseguí romperlos, al caer me arrodillé apoyando mi brazo en la pierna derecha y con la mirada caída, poco a poco me levanté y luego alcé la mirada de una manera muy rencorosa.
-Fueron ustedes quienes me obligaron a hacer todo eso, destruir a la humanidad y al Reino Divino para que ustedes se quedaran con el poder absoluto, no se los permitiré hacerlo de nuevo, no mientras esté presente.
En ese momento la intuición me llevó a hacer un conjuro para abrir un portal:
-« Ethgri garzjla eitha gánga fram »
Y hago que aparezca un portal en el suelo, entonces el primero del consejo se levanta y exclama con rapidez
-¡Atrápenlo!
Pero ya era muy tarde ya había conseguido escapar.
Ldamien10 de julio de 2012

3 Comentarios

  • Katerina

    OHH ame el nombre de Damien, es una historia interesante y diferente a la acostumbrado en tustextos, espero que pornto subas otros capitulo.

    Los personajes que imaginaste llaman mucho la atencion, son fantasiosos pero atrapas con la lectura, saludos.

    Espero que no lo alcancen.

    10/07/12 10:07

  • Ldamien

    Muchísimas gracias por tu comentario, y bueno tendrás que esperar los siguientes capítulos jejeje

    10/07/12 10:07

  • Ldamien

    Ya he terminado el tercero, en pocas horas será publicado.

    11/07/12 12:07

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