Me caliento junto al fuego, el amanecer ya está encima, mientras signos de la edad llueven por mi rostro envejecido, los años pasan con total tranquilidad. Solo quería hablar una historia de tiempos mejores, donde se borraron las páginas y se remplazaron con nuestras propias palabras. Es que vivimos en hogares separados y la vida se nos pasa, cruzamos las calles sin mirar a ambos lados, los inviernos son fríos, los veranos pasan rápido y los latidos fuertes de corazones alejándose, formaron las cicatrices que nos hicieron crecer.
Yo viví lejos de casa por caminos desconocidos, donde los vientos del norte acompañaban mis vigilias. Conocí pueblos llenos de ojos desesperados, verdaderos hijos del olvido, que lloraban bajo el tenue sol de otoño. Mis botas negras brillaban, mi pelo corto refrescaba mis orejas despejadas, cantaba y marchaba con mi uniforme por prados directos al abismo.
Sí, soy un soldado un verdadero héroe de guerra. Levante mi bandera por cráneos incinerados, vi caer amigos con balas en la cabeza susurrando el nombre de sus hijos e hijas, llore viendo como niños pequeños se refugiaban debajo de sus camas mientras observaban a sus padre morir.
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