Me escapé para observar las siluetas de los árboles y caminar sin camino.
Me escapé hasta la cima de algún prado, embellecido por la suave llovizna que junto a las brizas, recorren todo mi rostro.
Me escapé para reencontrarme, para llenar la luna de nostalgia, con cada recuerdo alado.
Me escapé y no lo pensé, no lo medite, solo corrí guiado por la felicidad momentánea que transmitía este cuerpo humano.
La neblina esta noche no deja ver a las estrellas, porque yo las opaque con mi brillo, les transforme su distancia en palabras y me volví en la única estrella que necesita esta noche.
Me escapé en el aletear de un cuervo camuflado por el silencio y aparecí en la tormenta que ahora, azota a la noche.
Me escapé en las gotas que revelan las luces artificiales y llené las grietas hasta rebasarlas, para recorrer todas las calles hasta que el amanecer me sequé.
Me quedé en la oscuridad con los ojos cerrados, recorriendo el mundo entero, desmoronando lo imposible y bailando al son de las caricias de la nada.
Me escapé, sí, me escapé, de las palabras, de las horas, de los márgenes, del mañana. Destruí lo establecido y construí un mapa hacía la libertad.
Me olvidé de nacer, de morir, de coexistir, de existir, de callar, de gritar, de soñar, de luchar, de amar, de odiar, del sentido. Y de un salto llegue detrás de mis ojos, donde dormía yo de bebe, acurrucado a la inocencia que alguna vez tuve.
Me escapé de la prisión, ahora seré un prófugo buscado por mí mismo, que será juzgado bajo sus propia intenciones y en más de una ocasión querrá volver a prisión.
Me escapé en el frío, me escapé llorando. Me escapé en los dolores, me escapé soñando. Me escapé en las mentiras, me escapé despacio. Me escapé sin quererlo, Me escapé siendo valiente.
