El mundo ajeno a lo nuestro nunca dejó de dar vueltas, nuestro secreto se hundía en el crepúsculo de nuestra existencia, así como nos conocimos nos olvidamos aparentemente el uno del otro, nunca te dije que jamás estuviste en la canción, pero fue lindo darte ese aliento de piedad para que pudieras sonreir un día más.
Me inventé un mundo en el que pudieras vivir sin miedo, planté árboles mágicos, puse peces invisibles que volaban con el parpadeo de mis ojos verdes, desdibujé los días para que jamás tuvieras que volver a soñar con el horror de antaño.
Con el otoño llegó el olvido y los besos que nunca fueron son los que más dolieron, los que más hondo calaron, los que más cuestiones me hacían plantear, busqué en mí tu otro yo y no encontré ni mi propio yo, me perdí con las horas que sucedieron tras tu llamada.
Me quedé solo en mi paraiso perdido, con mis tristes peces, con esas nubes que olían a perfu me de rosas, no tuve otra oportunidad y no tuve otra opción; mandé a la mierda el mundo y preferí quedarme en los cielos de mi universo privado, y la lluvia me azotaba el rostro y yo era feliz.
Sin preocupaciones, sin prisas, sin teléfono movil ni teléfono fijo, sin estrés, sin ti...
