Sumergida en un mar llamado Duda,
nunca a flote y sin embargo viva.
Cada vez más al fondo de la nada
sin motivo aparente, sin parada.
Las hormigas, en la orilla esperan,
pacientes por levantar más que su peso,
y un esfuerzo valiente necesitan,
para rescatar tan duro y oscuro elemento.
Mil miradas, mil sonrisas,
su viaje es largo y sin rumbo,
y nunca sabe el momento
ni su regreso divisa.
La piedra, instinto protector,
con un precioso interior
que se desvanece sin temor
si alguien rompe el exterior.