¿Quién puede saberse?
¿Quién impulsa la historia que nos cuentan?
¿Cuánto sabor de fe contraria aísla la utopía?
¡Ah, tantas veces sufrir el exterminio de morir cada segundo!
Ante ti
devenir errante
planto mis zarpas.
Sobre ti
escenario incompleto
afino el ansia.
y junto mis pedazos :
sentir y fuerza se hacen gesto.
Vanos y allá quedaron los destiempos.
. . .
El corazón me ha confiado su fiebre:
madura, juglar, esta mujer en fragmentos
comulga, por fin, con su insolente mancha de sol
desprende y parpadea un sereno rubor
impulsa el aroma dulce de otro intento:
volver
a
ser
sencillamente feliz.
(Frida, mi paloma, huchea en el balcón, creo que celebra este coraje renacido)
