Envuelvo tu nombre en el aliento.
Lo abro y me pierdo a mí misma.
Estoy en todas partes y en ninguna:
soy iridiscente implosión calando.
Has de saciar a la mujer que me llama,
ésa que soy de bien abiertos ojos.
Veremos juntos un rojo que se mira,
un fecundo borbotón de espuma,
una entrega que se grita en las gargantas.
.
Y vuelvo al aliento que te nombra:
a respirar flores, carpelos y raíces,
a la piel que anda por dentro,
a la calma de reposar a tu costado.