Las bestias rugen sin consuelo,
herederos de la caballería andante.
Ojalá para siempre, comandantes,
podáis llamar a las puertas del cielo.
Valientes hijos de la suerte,
que engañásteis al miedo
al hambre y a la muerte,
rodando hasta no poder más.
Dejásteis al destino atrás
mientras os señala con el dedo.
Tormentas que llegan en primavera.
Póker de ases en mi cartera.
Honor que perdura en mi memoria
pues el camino nunca acaba
y mítica es vuestra saga.
Ningún rencor os obsesionaría.
Espectros de tiempos de gloria,
os alzáis haciendo vuestro el día.
Gigantes sobre gigantes,
moteros sobre compañeros
de metal que gritan impacientes,
queriendo escapar del presente.
Los ganadores que se llevan todo.
Hermanos de carretera sin rival.
Un honor viajar codo a codo.
Derrota tras derrota hasta la victoria final.
