No hay recuerdo gratuito,
gemido, susurro o grito
que me permita contemplar
con perspectiva el final
del camino al principio.
No existe mar tormentoso,
o combate singular honroso,
en el que no consiga ganar
tiempo que no aprovecharé.
No sé de qué me habla el diablo que me reclama, emisario de lo que llaman mal ante el que no claudicaré.
No entiendo el constante golpeteo de mis nudillos a las puertas de un Cielo en el que no creo.
Mi propia senda caminaré, y no se me caen los anillos de mis manos muertas o de mis pies en celo, cuando el deseo de hacer lo que digo es lo que me impulsa a decirlo.
Y la capacidad de soñar sublima mi anhelo, solapando la sed de querer mirar tras el velo; porque el hombre tras la cortina no cumple lo que promete si antes no haces algo por él.
Y empañaré un cristal que refleje la ruina que dejo si salgo elegido ejecutor o juez.
Puedo esperar sentado,
al frente del infinito,
a ver si me excito
escribiendo el guión
y ensayando el papel
que me toca representar
en este Babel enclavado en Sión,
este vaivén de sombras y ron,
esta canción que no llega a su fin.
Porque las cosas que siempre he sido,
sé que no te las debo a ti.
No entiendo el constante golpeteo de mis nudillos a las puertas de un Cielo en el que no creo.
Y la capacidad de soñar sublima mi anhelo, solapando la sed de querer mirar tras el velo; porque el hombre tras la cortina no cumple lo que promete si antes no haces algo por él.
Y empañaré un cristal que refleje la ruina que dejo si salgo elegido ejecutor o juez.
Mucha declaración de intenciones en este poema, tal y como yo lo veo, y mucha declaración de esas contradicciones que nos hacen ser tan dolorosamente humanos.
Un placer leerlo.
Un gran abrazo