Estoy cansado.
Agotado de vivir de caladas de prestado.
De humos que no me pertenecen,
que con el tiempo se convierten
en colillas empapadas,
cenizas malgastadas
muerte que con vida se paga.
Estoy distraído.
La cálida luz del mediodía.
El fuego que renace desvaído.
Fugaz paseo del fruncido ceño.
Dimensiones alicientemente pequeñas.
Gatillazos incluso follando en sueños.
Estoy quebrado.
Mis cicatrices destilan mi alegría,
y ésta es consumida por el brazo
que transmuta en palabras mis heridas
y descompone mi espíritu en pedazos.
Estoy vencido.
Miro al espejo.
Desarmado.
Camino cada vez más lejos,
cada vez más viejo.
Y tanto yo como el reflejo
nos abrazamos,
pues ya no quedan musas a las que rendir pleitesía,
no hay labios que me interese abrir de asombro.
Y bajo los escombros de la melancolía
nos desnudamos.
Esto no es amor,
quien lo esquivó lo sabe.
