La noche se hizo mía.
Cual conquista de un general.
Un beso en la madrugada.
La lujuria, mendiga de portal.
Creía que la nobleza
iba pegada a lo clerical.
Pero la pasión fue de leyenda.
Cariño calificado mortal.
Estuve a punto de fracasar.
Por no tener en cuenta,
la verdad, y solo escuchar
los delirios del absenta.
Y tuvo su lugar también,
la crónica del despecho anticipado.
Escapé por los pelos,
de tener que subirme al estrado.
El coche cambió de marcha.
El trabajador jugó al ahorcado.
La Harley rompió el sonido del silencio.
La tarde fue Hora del Fénix.
El escorpión y el murciélago lucharon.
Al poeta le venció el cansancio.