No hay día que no recuerde
las razones de estar junto a ti
porque las repito cuando las necesito.
No hay momento que no alardee
si te pregunto y respondes "sí";
en batalla tú eres mi grito.
Y el sentimiento se mezcla con el azar
cuando pienso en otra mujer
y en las copas que nos restan beber.
El amor juega su juego:
adioses que son hastaluegos
y la sangre se amotina al besar.
Pero sigo siendo el mismo idiota
que conociste aquella vez
que creía merecerte.
Mi vida ya no estará rota
pero cual crucificado sin sed
no pierdo el miedo a perderte.
Lo que quiero dejar claro
es que soy como soy,
habitual del Savoy,
marinero sin faro.
Tú eres parte de la belleza
que se aprecia sin vileza
del horizonte una promesa.
Todas pueden ser amantes,
pero tú siempre por delante
como reina de las damas o duquesa.
Tú eres parte de la belleza
que se aprecia sin vileza
del horizonte una promesa.
Sin duda alguna esa reina de las damas ha cautivado tu existencia.
Ese grito en la batalla no se puede comparar con nada.
Un gusto.