Un día como cualquiera entre San Cosme y San Damián,
La chica triste tuvo que cerrar el circulo situado en el aire de las purezas;
Su gato negro cayo de pie y nada lo lastimo,
Pero antes de todo el dolor, surgieron las inmensas preguntas:
¿Por qué?
¿Qué falto?
¿T e hice algo?
¿Qué ganas con dañar?
¿Alguna vez me amaste?
Y fue entonces cuando tuvo que tomar la decisión más fuerte de su vida
Si ella no acababa con el azul de aquellos ojos, ellos acabarían desangrando los suyos.
Tú dejaste sus alas entre clavos y espinas (oscuridad infinita).
Ahora tendrás que escribir el final de este cuento de soledad:
Sal de su vida,
Sal alegría,
No hagas más daño a quien todo te dio,
No volverá, esta vez no,
Perdiste la llave de su corazón.
La bellísima genocida, empezó con el rumbo de sus sueños,
Trasmitiendo realidad entera,
Corriendo y lavando ilusiones utópicas,
Donde tus sueños, son pesadillas liricas,
Donde tu amor puro,
Para ella era la hiel que quemaba el efímero corazón.
La quimera aragonés errante,
La jaguar envuelta en suicidio infinito,
Suplica por algún tipo de relación digna de llamarse humana,
Ella exige justicia poética,
Realizando un estandarte de libertad lógica,
Con el corazón en la mano.
Su género bobo, la rareza extinta en el callejón sin salida,
Si, así el llamaba su música,
Creyendo que su ego, e ideología, era inmadura
Pero no te preocupes por ella, no siente
Las has vuelto inmune a tu destrucción.
Es momento de que se valla,
Yéndose poco a poco,
Ya no desea escribir,
Existen mas formas de huir,
Una de ellas es estar loca, por solo estarlo,
Otra, que le han brindado la brújula perdida,
Una mas es por que encontró su dirección y el control de su vida.
Ahora todo es insignificante,
Ya nada es tan preocupante,
El espacio es un lugar tan vacio
Su juramento es que no volverás a ver la mirada triste,
De la chica que observaba el infinito.
Eso si, los resto del naufrago han quedado por siempre en ella