Ayer me preguntaba
cuánto realmente duele el tiempo
en tus ciudades y tu entraña
si el orden de las cosas
cuando se respira
es como un rompecabezas tibio
que se traslapa
y abre paso a la nostalgia.
Contás la vida
en segundos tan pero tan extensos
que más que historia abierta y amplia
pasan a ser lo trágico de una mañana
lo irreal de un paso
la sensación de una niñez consumida
entre hombres y mujeres al mando.
No comprendo tu herida abierta
tu cielo que se rasga
con la franqueza de pocos
mientras mis ciudades
mi entraña
salen a buscar a veces a dios
para preguntarle
de qué manera se consigue
borrarnos y abrir ventanas
para mostrar el asombro
de vernos cada día en pie.