Con incredulidad, un sesasociego germina en su mente,
un espiritu incorpóreo, una sensación de dejávu, momentos
de otras vidas que en los cristales del tiempo manejan su mente.
Mira una y otra vez los mismos ángulos de una ventana
que ya ajada por el tiempo, no existe; cansada
ya de tanto soportar el mal, como un reguero de devoción
con ayunos y dolor, planea irse de todas las vidas y marcharse
al encuentro de la paz.