Ese hombre que mira el mar,
con su parco vestido de cenizas
bajo el encanto sombrío de la tarde,
languideciendo en el ruedo de la ausencia
Lanzando su anzuelo en el breve silencio
de la desesperanza,
con la pasividad de la inercia
tedio romántico que se agota
sobre el lomo del tiempo,
atravesando el bostezo de la soledad,
escondiéndose en la retina de la distancia,
hurgándome en el recuerdo quebradizo.
en la cumbre del dolor disperso.
Ese hombre inmerso en un ir y venir de las olas
perseverando reminiscencias,
sobre un cartapacio deshojado
despertando ilusiones dormidas,
angustias seniles que no calman
Ese hombre reflejado en el espejo del agua
donde las ideas se achatan,
enmudecen, ya no cantan,
voy a inventarle otro color al arco iris
Doris melo noviembre 2010
Del libro , El olor de la palabra rota.