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29 de diciembre de 2015
por manuramos
A los dos meses de casarnos
comenzaron las visitas.
Los primeros fueron mi tío Paco y su mujer Adelita.
Les servimos un café y se marcharon
dos horas más tarde.
La semana siguiente, mi primo Andrés
nos llamó para preguntarnos qué tal estábamos.
Recibí un wasap de dos compañeros del equipo de fútbol.
Enviaban la imagen sin texto de una pareja haciendo el amor
en un jardín de Pamplona, en los Sanfermines.
Mi sobrino Frank me envió un tuit desde Los Angeles :
Are you OK? Really?
Y ayer,cuatro meses tras la boda
nos visitó una pareja de unos 60 años. Venían empapados.
Así se sentaron en el sofá del salón
y dijeron que allí se quedarían
hasta saber dónde estaban los verdaderos Diego e Isabel.
Nos miramos sin querer comprenderlos.
Cumplieron su palabra y aquí siguen.
Duermen en el cuarto del piso de arriba.
Algunas noches les oímos susurrar.
La mujer siempre acaba sollozando.
A mi compañera y a mí a veces nos tienta la idea de
llevarlos al sótano, con su Diego y su Isabel.
La verdad es una tristeza gratuita, concluimos.
Y nos acostamos bien convencidos de ello
