TusTextos

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Ella recogía una a una y lentamente cosas que habían sido de los dos
y que ahora eran solo suyas y de otro lugar.
Me preguntaba cosas tontas, dilaciones buscadas para oírme y
retardar su huida. Yo no tuve piedad y apenas contestaba con un sí o un no, o asentía con un movimiento de cabeza torpe y ausente.
Llegó el momento de cerrar la maleta y no quiso que la ayudara.
Sin mirarme recorrió el corto pasillo y quiso abrir la puerta ella misma.
Ella misma la cerró y no vi su última expresión al dejarme.
Todo era tan horrible que me parecía ajeno.
Manuramos28 de diciembre de 2015

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