TusTextos

Hora Zulú

A mis hijos, Germán y Alex


13,30 hora Zulú. ¡Qué chulo queda! Bueno, no tengo ni idea de lo que quiere decir hora Zulú. Mi padre miraba una serie de televisión donde siempre lo decían, y yo pensaba “¡qué chulo queda!”. Seguro que Zulú es alguna tribu de África, los Zulús, aunque no sé si usarán mucho los relojes; y no entiendo yo por qué han tenido que elegir a esa tribu para marcar la hora ¿No quedaría más clarito 13,30 hora América?

—¡Nena! ¡Baja a poner la mesa que la comida se está enfriando!

—¡Voooyyyyy!

África… ¡qué grande es!, bueno Rusia aún lo es más, creo.

Había una niña en el colegio que se llamaba África, África Pérez, ¡qué pavita era! Claro que con ese nombre, como para no serlo. ¿Por qué pondrán nombres de países a la gente? Y lo hacen muchos padres, como los de esa modelo extranjera que se llama Paris Hilton, ¡Ja! y encima va y tiene apellido de hotel, que yo vi uno en Barcelona con ese nombre. ¡Para acabar de rematar a la pobre! Es muy guapa y rica… pero me parece que también es un poco pavita. ¡Menos mal que a mí no me pusieron el nombre de ningún país! ¡Menos mal!

—¿Quieres hacer el favor de venir a comer?

—¡Síííí, ya voooyyy!

13,55 hora América. No, aunque se entiende mejor, mola más hora Zulú.

—¡Mami, a las 14,05 hora Zulú bajaré a comer!

—¡Ahora! ¡Ya!

Ahora no quiero bajar a comer… no tengo hambre. Si a mis padres se les hubiera ocurrido ponerme Zulú de nombre ¡qué horror! Para decir qué hora es queda súper bien, pero si yo me llamase Zulú estaría siempre deprimida. Me acuerdo cuando mi tía Aurora tuvo una depresión. Todos en casa hablaban de ella muy bajito y como a escondidas para que yo no me pudiese enterar de nada. Un día, a mi madre se le escapó, casi chillando, que “la tía Aurora tenía una depresión de caballo y que se iba a morir con tantas pastillas”. Yo, entonces, pensé “¿una depresión de caballo? ¿Una enfermedad con nombre de animal?” Ahora ya sé que no…

—¡Nena! Nosotros ya hemos terminado de comer. Nos vamos volando a trabajar. Tienes la comida en el microondas.

—¡Vale, mami! ¡Bajo!

14,30 hora Zulú. Tengo la comida en el microondas.

Ahora ya sé que una cosa de caballo quiere decir una cosa muy grande o en grandes cantidades, como el mogollón de ibufoprenos que se tomó mi tía Aurora para curarse la depresión. Me enteré cuando yo misma tuve una gripe de caballo.

Mi madre a veces dice que está deprimida y yo para hacerle una broma le pregunto ¿cómo, de caballo? ¡Ja, depresión de hipopótamo!

Mi tía Aurora no se murió por tomar tantas pastillas, ¡qué exagerada es mi madre! Ahora nadie habla de ella en voz bajita, ahora ya nadie habla de ella.

Yo sé que hay un hotel en Barcelona que se llama Hilton porque cuando aprendí a leer leía tooodo lo que veía por la calle, Prohibido el Paso, Papelería El Lápiz, Carnicería Elías, pollos a “l’ast”, no entendía la palabra ast.

¡Ja!, me acuerdo un día que yo estaba haciendo los deberes con mi libro de lectura y a mi padre, que me estaba ayudando, ¡vaya ayuda!, le dio un ataque de risa de caballo, yo me enfadé muchísimo…

15,15 hora Zulú. Voy a mirar qué hay en el microondas para comer.

Albóndigas con verdura.

… Yo me enfadé muchísimo porque en mi cuaderno de lectura había unos dibujitos y al lado de cada dibujito estaba la palabra que tenía que leer separada con unas rayitas. El primer dibujo era un tenedor y a su lado ponía “te-ne-dor” ¡como si fuera más fácil leer con esas rayas en medio!, es más difícil, de verdad. Yo iba mirando el dibujito y leyendo la palabra, con sus rayitas y todo. Cuando llegué al dibujo de una cazuela, súper contenta leí: “ca-zue-la”, entonces mi padre, de golpe, se levantó de la silla con un ataque de risa de caballo y llorando como una madalena. Cuando yo lloro, siempre me dicen: “¡ya está la nena llorando como una madalena!” Pero, ¿por qué como una madalena? ¿A quién se le ocurrió elegir ese nombre? De tantas pastas que hay para almorzar y merendar, ensaimadas, crusanes, bollitos, palmeritas… ¿por qué le tocó a la madalena? Seguro que es porque como tiene un papelito blanco debajo, le sirve de pañuelo para las lágrimas. ¡Claro! ¡Qué listo el que se lo inventó!

15,45 hora Zulú. Las albóndigas están de caballo, pero la verdura, no me mola.

Al lado del dibujito de la cazuela estaba escrita la palabra: “o-lla”. Pues de esa tontería taan grande, porque leí “ca-zue-la” en lugar de “o-lla” se estuvo riendo mi padre tooooda la tarde, y es que se ahogaba, y lloraba, y no podía respirar; al final se tuvo que estirar en el sofá y todo; yo estaba enfadadísima y pensaba: “¿qué, tú nunca te equivocas cuando lees?”

16,05 hora súper Zulú. Súper hora Zulú…

A mi tía Aurora la atropelló un tren, porque, como dijo mi madre: “seguro que estaba en medio como el jueves”. ¿Qué jueves? Cuando a mí me dicen que estoy en medio como el jueves, nunca, nunca, logro acordarme de qué jueves me hablan… ¿Qué jueves estuve en medio de dónde?

Después de estar mi tía Aurora en el hospital muchos días, la trajeron a mi casa, un jueves, y le pusieron una cama en medio del comedor, para que mi madre la pudiese cuidar. ¡Ja! Ese jueves sí que lo tengo claro, ¡jueves y en medio del comedor!

16,30 hora Zulú. ¿Son las horas Zulús más lentas que las nuestras? Pues sí. Bueno no. Es que en África los días duran un poco más de 24 horas, 25 o 25 y media, porque están más abajo que nosotros. Por eso si utilizas el horario Zulú parece que el tiempo vaya más despacito, pero la verdad es que hay más horas. Creo.

16,40 hora Mogollón. ¡Ja! ¡Qué cutre queda! Voy a mirar si hay madalenas.

No hay madalenas, ¡hala! Pan con membrillo. África Pérez merendaba casi cada tarde pan con membrillo; es de tontas que salen por la tangente merendar cada día lo mismo. Yo nunca he salido por la tangente de ningún sitio, porque no me gusta, y porque tampoco sé dónde está, pero a ella se lo decía la profesora en clase muchas veces: “¡África!, no te salgas por la tangente”. Yo, aunque la vigilaba un montón siempre la veía salir por la puerta. Seguro que tenía algo que ver con el membrillo. ¡Fijo!

17,00 hora Zulú. No me voy a comer el membrillo.

Mi tía Aurora se pasó 15 días en mi casa, en la cama, en medio del comedor, el jueves, el viernes, el sábado, el domingo… ¡Ja, siempre en medio, como el lunes! Venían amigos a verla un ratito y después se iban de perlas, como mi madre. Una noche, cuando mi tía Aurora ya se había ido de mi casa, oí a mi madre decir: “Me iba de perlas cuando venían sus amigos”. Yo algún día también me iré de perlas…

—¡Riiin, riiin! ¡Riiin, riiin!

—¡Uy! El teléfono.

—¡Riiin, riiin! ¡Riiin, riiin!

—¡Voy! 17,30 hora Zulú.

—¿Hola?

—Hola nena, ¿has comido?

—Sííí, mami.

—¿Te lo has comido todo?

—Sí. Todo menos el membrillo.

—¿Qué membrillo? ¿Te estás quedando conmigo?

—No, estoy en casa.

¿Cómo iba a contestar al teléfono si no?

—Bueno, vale. Dentro de una hora llegaremos, mientras merendamos ya me contarás lo del membrillo.

—Vale mami, un besito.

Ahora quiere que le cuente la historia de África y la tangente.

—Un beso, nena. Hasta luego. Pórtate bien.

—Sí, un besito. ¡Cuelga!

—¡Pero, bueno! ¿Cómo que cuelga?

—Sí, ¡Cuelga!

—¡Qué hartita me tienes con la edad del pavo!

—¿Qué pavo? Yo no he dicho nada de ningún pavo.

—“Click”

—¿Mami?

Ha colgado. Casi… 17,45 hora Zulú.

¿Cuántos años vivirá un pavo? ¿veinte, veinticinco? No creo. ¡Fijo que viven más!

17,45 hora Zulú. Espero que mi madre compre madalenas -con su pañuelito de lloronas- para merendar. ¡Paaaaso del membrillo!

¡Me encanta merendar con mis padres! Solo merendamos juntos los días que llegan a las 18,30 hora Zulú. Los otros días vienen mucho más tarde, a la hora de hacer la cena, ¡pero! sin perder los papeles. Nunca sé de qué papeles hablan. Mi padre siempre le dice a mi madre: “Va, cariño, ya te ayudo, pero, por favor, no pierdas los papeles”. ¿Pero qué papeles? Deben ser súper importantes, o, a lo mejor, es una clave secreta entre ellos, aunque yo siempre pienso: “A ver, si está haciendo la cena, ¿cómo va a perder algún papel?” ¡Ja! ¿Por televidencia?

18,15 hora Zulú. Le daré un bocadito al membrillo. Pequeñito.

Mi mejor amiga del colegio, Angelita, cuando éramos muy pequeñas, me enseñó un código secreto para hablar solo nosotras y que nadie más nos entendiera. ¡Era súper difícil! Me costó mogollón aprenderlo. Al principio yo hablaba muy despacito. Ella no. Ella hablaba tan rápido que yo no me enteraba de nada, la miraba con cara de consecuencias y me reía diciendo: “sí, sí, es verdad”, para disimular. Lo que aprendí más deprisa fue su nombre: Ampagepelipitapa. Ampagepelipitapa. ¡Qué chulo queda!

—¡Nena, ya hemos llegado!

—¡Hola! ¿Traéis madalenas?

—No. Hemos comprado churros y chocolate caliente.

18,35 hora Zulú. Yo quería madalenas y no churros. ¡Vaya ,chupurrospo!

—¡Venga! ¡Baja a merendar!

—¡Bajo!

Casi prefiero el membrillo con chocolate. Mempebripillopo con chocopolapopete, no, chocolate no es así en código secreto. Me he “liao”, creo.

—¡Mapamipi! ¿Puedo merendar membrillo con chocolate?

—¿Mapamipi? ¿Qué dices? ¿Qué historia te traes con el membrillo, si nunca te ha gustado? Además, creo que el que hay en la nevera debe estar caducado.

—Es una historia larga, mapamipi, es de África y la tangente.

¿El membrillo caducado?

—¡Bueno, baja ya y merienda lo que quieras!

18,45 hora Zulú. ¡Voy volaaando a merendar!

—El chocolate está de caballo, mami, pero chupurrospo no quiero.

—Bueno, no comas chuspurros. Voy a tirar el membrillo a la basura, tiene una pinta de pasado increíble.

¡Ja! Chuspurros, no se entera de mi código secreto.

—Nena, explícame qué historia es esa del membrillo, va, que nos reiremos un rato.

—Pues no sé de qué te quieres reír, no tiene ninguna gracia. Yo quería madalenas de las lloronas, no había, encontré el membrillo en la nevera, entonces me acordé de África y de que tenía prohibido salir por la tangente, yo la espiaba y veía que siempre salía por la puerta ¡No entiendo por qué se lo prohibían si nunca lo hacía! Y ya está. Bueno, no está; me he comido un trocito muy pequeñito de membrillo ¿me saldrá una alergia de urgencias?

—No he entendido nada. ¿Madalenas lloronas? ¡Uf! No, no te saldrá ninguna alergia, ni las tripas por ningún sitio. Anda, déjame descansar un poco hasta la hora de cenar.

19,15 hora Zulú. Ahora mismo me encantaría irme de perlas un ratito. ¡Estaba muy bueno el chopocolapete!, chopocopotalepete, no, que no me sale. Ampagepelipitapa. ¡Ja! Podía haber merendado Ampagepelipitapa, es mucho más fácil de decir… y mola.

Papá no ha merendado con nosotras, él se ha puesto las botas con la cerveza, aunque yo he visto que llevaba zapatillas. ¡Si las botas solo se las pone cuando vamos al campo! Seguro que cuando mamá se lo ha dicho estaba hablando con su clave secreta, pero es una clave secreta muy fácil de entender porque usa palabras normales. Mi código es mucho más difícil. Si yo quiero, puedo hablar con mi código secreto y no se enterará nunca nadie de lo que digo, no como ahora que se me entiende todo. Pero tendré que practicar más que de caballo.

Mi tía Aurora vive en una casa súper guapa en Barcelona. Tiene una alarma en la entrada y para poder pasar, sin que la alarma suene, tienes que marcar un código de números y de alfas -me dijo que era un código alfanumérico- o algo así, que solo sabe ella y su novio. Me acuerdo que el día que la fuimos a ver aluciné con la alarma y me hubiese encantado saber qué números y qué alfas había que poner. Mi tía me dijo que no podía darme la combinación porque era peligroso, nunca me hubiera imaginado que una alarma podía ser peligrosa, pero bueno. Para que no me enfadara me regaló un jersey que ella ya no se ponía de color gris merengue.

19,45 hora merengue. Nooo…. Hora Zulú.

¡Me encanta no tener deberes del colegio! Mola porque puedo dedicarme a hacer lo que más me gusta todo el tiempo que quiera. Lo que más me gusta es… pues lo que más me gusta, claro. A Anpagepelipitapa le gustaba dibujar unos planitos de casas con sus habitaciones, la cama, la cocina, el comedor y les ponía un sofá, la mesa y sillas. Siempre los hacía con lápiz y rotulador negro. Un día le dije si quería que le pintase un planito con colores y me contestó que no, que le daba miedo de que le saliera rana. Yo no tenía intención de pintar ningún animal dentro de su planito, bueno igual un gato o un periquito, lo normal, pero nunca hubiera pensado dibujar una rana, ¡ja! ¿Dónde, en medio de la cocina? Somos muy amigas. Ya no me ha enseñado ningún planito más.

20,30 hora Zulú. Este reloj es súper guay. Es estéreodigital porque lo puedes ver igual con la luz encendida que apagada y de un lado y del otro. Por eso sé qué hora Zulú es en cada momento.

En el reloj pone Made in China, seguro que es porque lo han hecho allí, aunque no sé. China también es muy grande, pero creo que no tanto como África o Rusia. Me acuerdo un día que la profesora nos dijo en clase que China era una ciudad con muchísimos habitantes, mil millones de personas por metro cuadrado. Creo. ¿Cómo cuentan a la gente? ¿Los pondrán en fila? ¡Ja, se deben tirar mogollón de horas contando!

21,00 hora Zulú. Me duele la barriga. El membrillo. No voy a cenar nada. Me voy a la cama.

—¡Mami, me voy a la cama!

—¿Por qué? ¿No quieres cenar?

—¡No! ¡ Me duele la barriga!

—Bueno, buenas noches, nena. ¡Quizás has comido demasiado chocolate!

No, el membrillo.

—¡Ha sido el membrillo!

—¡No digas tonterías! ¿Tanto has comido?

—Un mordisquito.

—¡Hala, duérmete que ya se te pasará! ¡Buenas noches! ¡Sueña con los angelitos!

—¡No sé si podré…así ¡a dos velas!

21,15 hora Zulú. Anpagepelipitospo.

22,00 hora Zulú. Anpagepelipi…..duerme Ática, duerme…¡zzzz!
Maratziur07 de febrero de 2014

1 Comentarios

  • Indigo

    Tu relato de inopia no tiene un pelo, desborda en locuacidad y presenta un flujo incesante de situaciones divertidas. Rompe el esquema generalizado amor-dolor tan actual en esta página, dista de esos patrones, presentando un aspecto original, renovador, del cual deben sentirse a gusto al leerte Germán y Alex, tus hijos a quienes se lo dedicas y algunos de los que te leímos.
    Mi saludo señora.

    08/02/14 04:02

Más de Maratziur

Chat