Los cuentos que nos contamos nos callan la boca y dejan paso a las lágrimas. A veces nos engañamos para poder vivir lo que nos gusta.

Los cuentos que nos contamos no tienen fin. Son largas situaciones filtradas por el lente de lo que queremos pensar. No importa el día, la hora, los sueños o la realidad.
Y ahí me detengo, para hablar de los peligros de los cuentos que nos contamos. La realidad y la ficción no conviven.

Les voy a contar un cuento:

El apareció en mi vida. Como aparecen las cosas más lindas, espontáneamente. Era novedad, deseo y obviamente rechazo. Yo usaba mis mejores armas de seducción. Adoraba su ego inmenso para ser parte de al menos, una sonrisa con mi nombre. Siempre se puede perder un poco más la dignidad ¿No? Obviamente.

Me deshacía en halagos, inventaba un par para seguir el juego. No creo que sea muy experimentada, pero hasta lo que sé, para jugar a este juego se necesitan dos personas. Bueno acá estaba una. Solo una. La otra no aparecía ni para decir basta.

Entonces entregaba amor en forma de gestos, paciencia infinita, palabras hermosas &todo lo que no me daba ni a mí misma. Y como no había respuesta, empecé a creer que eso que ofrecía no tenía valor. Su indiferencia lograba que le restara valor a lo que convivía conmigo. Una no elige de quien enamorarse, pero si puede optar por el lugar que le da a ese amor. Nunca puede ocupar más espacio en tu mente que tus propios pensamientos.Nunca puede ser amor si resta a una parte tuya.

Les acorto la historia porque aburre. Un día la de los silencios fui yo. La que no quiso escuchar ese pedido desmedido de aprobación. Ya no importó ninguna de sus habilidades y le saqué el halo de misticismo y belleza. Vamos, que era como otros, un poco más arreglado, nada de otro mundo. Junté un poco las cosas que había perdido y me fui cantando bajito. No recuerdo que cantaba, pero seguro era una canción de amor. De amor a mí misma, obviamente.

Prefiero una realidad aburrida, a jugar un juego donde el único que gana sos vos.

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos

1 Comentarios

• 

  Patroclo

  Marc3mass,
  no sólo no aburres, sino que me he quedado con ganas de que lo desarrollaras un poco más.
  Es una reflexión que me interesa, ¿cómo haces para asignarle "su" lugar? ¿Cómo evitas que se desborde?
  ¿Cómo consigues que respete el turno de palabra?
  
  Seguro que son preguntas absurdas, de primero de enamoramiento. Necesito clases magistrales de este asunto. Me ha gustado, gracias por compartirlo

  23/04/20 03:04