Armé un rompecabezas de azulejos coloridos
le puse flores para decorar.
Canté melodías poniéndole crayones y plumas.
Te entregué mi corazón con adornos brillantes
No ví la indiferencia venir
Extendí mis manos y tus ojos sin expresión miraron el obsequio
No dijiste nada,
no era tu presente.
Duele verte con tu frescura
con su sonrisa orgullosa.
Yo mientras mezclo y reparto naipes de tristeza,
en silencio.
A veces los cascabeles de ese amor que quedo en un rincón
suenan con alguna brisa traviesa.
Y me pierdo mirando la nada
y vuelvo a recordar donde estoy, y quien soy.
La lección esta dicha
El olvido es lo que queda, para no perderse, para no morir.
Lo senti tan vivo y latente, me encanto.
Besos, mila.