Así pues, te marchas ¿no? -dijo con la voz temblándole en el cuerpo.
No tuve valor para enfrentarme a su mirada, esperé cabizbaja a que estallase el huracán pero no sucedió nada. Sabía lo que él esperaba, una cita a la cual no acudiría nunca.
No podía, no sin palabras
Quizá nunca existieron, ni siquiera ahora las encuentro. Me limité a afirmar con la cabeza, hundida en mi miseria.
El océano de sus ojos me redujo al ser más insignificante del planeta.
Deseé arrastrarme tierra adentro y quedarme varada tan lejos de él como fuese posible.
Debía irme
Anhelaba quedarme.
Su rabia me golpeaba con el empuje demoledor de la mar brava.
¿Cómo pedirle que me esperase?
La eternidad no está al alcance de los humanos.
Su océano encrespado y turbio me acompaña día a día.
¿Por qué no dije:¡No!?
Cuando una ola te arrastra con toda su fuerza y te escupe lejos es imposible por mucho que lo intentes regresar a la orilla.
Melancolía y amargura tejidas muy sabiamente. Escribes muy bien amiga.
Y te haces cara de leer. Me alegra verte de nuevo en la batalla.
Unabrazoconbesoentolafrente.