La musa se olvidó de los grandes recuerdos
de aquellos que hicieron llorar y reir a muchos
de los otros, en los que no exsistía ni la pena ni el odio
y se quedó con los que la llenaron de injuria y desamor.
El poeta cantaba, tímido a la sombra de los tilos
mientras tú consentías en mancillar tu pudor
una hoja y una lágrima, al mismo tiempo, tocaban el suelo
y un poema sentido narró una historia a contrareloj.
Allí quedaron sus versos, allí sus gritos y quejidos
En umbría y en solana, los mismos pecados quedaron ocultos.
Mas...
Viraron con el viento, en feroz remolino,
alcanzaron las más altas cotas de fama,
recorrieron el mundo entero y hasta sondearon los océanos.
No quedó nadie en el mundo que no conociera tu error,
en canción, en verso, el poeta lo alabó