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Encuentros Inesperados

Domingo por la mañana, tras servir copas toda una madrugada, de un junio extraño. Un after made in Murcia, entre limoneros, alcachofas y malolientes acequias. Un indiscutible after autóctono con su fauna también autóctona, por supuesto. La música electrónica nos cantaba la ritual misa, atronadora, sin descanso y la gente sin descanso bailaba extasiada por toda la pista.. Gente de todos los colores, de todas las formas y sabores. Una extraña tribu unida por el compás de las agujas del pinchadiscos.
Pero tú estabas bien, algo cansada pero contenta, te sentías fuerte. No podías parar de sonreir ni de balancear las caderas con ese ritmo cadencioso y oscilante que levantaba graciosamente las tablas de tu falda.
El había estado toda la noche observándote mientras le servías su acostumbrado Santa Teresa Cola y ahora estaba allí, enfrente, jugando con las miradas como dos críos de instituto que rezuman edad del pavo. Un juego divertido..... y a estas alturas peligroso.
Decidiste apostar. Te gustaba ese halo misterioso de hombre callado y severo rozando a veces la antipatía pero que te sonreia y te desarmaba.
Te sentías fuerte. La situación la dominabas tú. Y mientras le sonreias tú a él sin apartar ni un instante su negra mirada te acercaste sutilmente para bailar a su sombra jugando los dos y a la vez la misma jugada. Os divertía la situación. Tan infantil como impúdica.
Vuestros cuerpos se rozaban, vuestros labios incandescentes se rozaban pero no podías apartar un instante tus enormes pupilas de aquelllos ojos tan negros. La piel os quemaba. Estabais rodeados de gente, pero estabais solos. El aire se volvió denso apenas respirable, la música era ensordecedora pero no oíais nada y aquel eterno y tierno beso, esa danza de lenguas y piercing, tan lento, tan exactamente perfecto. Un encuentro aparentemente apacible y sosegado en contraste con el desvarío de sus descontrolados cuerpos que parecían apunto de explosionar. Tú asiéndote fuertemente a su cuello con un brazo mientras apoyabas sobre su pecho aquellas uñas presionando, arañando y marcando tu recuerdo para siempre. Él sujetando con las dos manos el filo de tu falda de colegiala, niña mala, y tirando de ella hacia él, estrellándote contra su cuerpo. La música sólo era un eco porque sus sentidos ya sólo estaban a merced de sus pieles y tanto quemaban éstas que las células de ambos estallaron uniendo definitivamente sus cuerpos en una inmensa bola del más puro y pasional fuego, de modo que sus cenizas esparcidas por la pista, pisadas, respiradas, bailadas, se adueñaron de cada una de aquellas perdidas almas abocándolos a una gran bacanal de lujuria y desenfreno.
Marlango8220 de septiembre de 2008

3 Comentarios

  • Voltereta

    Efectivamente, la pasi?n puede llegar en cualquier inmundo lugar, mas cuando la pasi?n nos invade, nos hace aislarnos del mundo exterior y nos convertimos, en energ?a apasionada, en estado puro e incontrolable.

    Muy cierto y real tu texto.

    Un saludo.

    20/09/08 11:09

  • Mendaciloquus

    No ps no, de esas situaciones no se mucho; yo ser?a el tipo que est? en la barra amargado porque sus amigos lo llevaron de la fuerza, cuya ?nica diversi?n es ver al cantinero servir y servirle bebidas raras, desconocidas... pero tu texto es genial?

    21/09/08 12:09

  • Dama

    A eso se le llama pasi?n y fuego a raudales ... Un saludo

    21/09/08 04:09

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