Acerqué mis labios a su cuello y memoricé a la perfección su olor a jengibre, dulce pero picante. Sabía que era la última vez que lo vería. Memoricé el sonido de su respiración rompiendo el silencio y todas las sensaciones que aquello me provocaba. Tenía la sensación de estar danzando dentro del sueño más bonito que había tenido nunca, y en realidad era una completa pesadilla.
Mañana, en el momento en que él abrirá los ojos, sólo estarán las arrugas de las sábanas y las manchas de sudor fruto de aquella noche que ninguno de los dos olvidará jamás.
Yo, ya me habré ido.

MartaeekSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos