Dicen que los treinta son los nuevos veinte pero con más sabiduría. Desde luego me siento más segura que cuando tenía veintitrés, los aprendizajes y experiencias están acumulados en la mochila. A esta edad aún hay mucha vida por exprimir y experimentar, sin embargo mi perspectiva cambia, es como que los días y las semanas pasan más deprisa.
A los treinta no toleras personas toxicas a tu alrededor y sabes decir que no a la primera. Te vuelves más exigente cuando conoces a alguien, no te conformas con una noche loca, sino que te apetece crear una conexión.
A los treinta salir de fiesta cada vez te cuesta más, los planes de día son más apetecibles y gastronómicamente hablando buscas calidad y no que sea una ganga.
A los treinta ya no sueñas despierta con tu trabajo ideal (o sí), porque ya eres adulta y se supone que o bien ya lo tienes o estás en camino de conseguirlo o simplemente nunca tendrás tu trabajo ideal, triste pero cierto.
A los treinta te preocupas por cocinar una dieta semanal equilibrada, pagar las facturas, limpiar la casa, poner lavadoras y llegar a fin de mes sin altibajos.
A los treinta eres feliz, porque ves a tu alrededor que muchas cosas de las que querías las has conseguido y sino, aún te queda mucho por descubrir, conocer y experimentar.
Tengas la edad que tengas…
”Al final, no importa los años que tengas, sino la vida de los años” Abraham Lincoln
