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Tenemos una Urgencia


Paula estaba minuciosamente ordenando los papeles de su escritorio. Era muy ordenada y no quería dejar nada a la vista, quería irse de fin de semana tranquila. Ahora cargada con un par de carpetas y su agenda se dirigió a la salida de la oficina para irse a casa. En ese momento la melodía de su teléfono móvil sonó dentro del bolso, vio en la pantalla el nombre de María, su compañera de trabajo. Sabía que eso no era buena señal, pero por supuesto contesto.

- Hola María
- Hola Pau, tenemos una urgencia. Ha llegado esta tarde una patera a costas y quería saber si estabas disponible.
- Claro, pásame ubicación y voy para allá.

María le paso la ubicación y apagando las luces de la oficina y cerrando con llave, camino hacia su coche aparcado a dos calles de allí.
Paula pensó que el plan de irse a casa tendría que esperar, ya que el deber le llamaba de nuevo.
Cuando llego, ya había un equipo de rescate en marcha y ella se encamino al puesto de registro. Observando a su alrededor se percato de que la puesta de sol que había era maravillosa, pero no podía pensar ahora en puestas de sol, tenía que tener la cabeza despejada y fría. Entonces se toco la cabeza con el dedo índice, simulando que apagaba un botón, el botón de sentir y se puso a trabajar.
El compañero de rescates le informo que habían muerto tres personas, una mujer y su bebe y un chico joven que por lo que contaban sus compañeros, durante el viaje se puso muy enfermo.
Los traductores de bambara, wolof, árabe y a saber que otros idiomas africanos más, iban de un lado a otro escuchando a las personas que habían rescatado. Casi todos hombres jóvenes entre 19 y 30 años. En sus caras se veía claramente el sufrimiento de haber burlado a la muerte durante días. Casi todos iban descalzos y en sus pieles oscuras había una capa de suciedad y de salitre que tardaría en desaparecer.
Después de 4 horas de pie registrando a gran parte del grupo, vino el cambio de turno. Se desinfecto, se cambio la mascarilla y cogió sus cosas. Antes de subir a su coche pensó en dejar el trabajo que psicológicamente la estaba quemando tanto, pero después pensó que también era gratificante. En los rostros había contemplado también esperanza e ilusión.
Se sintió afortunada de poder volver a casa con los suyos. Encendió de nuevo el botón de sentir y apago su teléfono, el lunes más.
Maruska18 de marzo de 2021

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