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Tallarin Recalentado 30 de mayo de 2024
por mcluna
Como tallarín recalentado de la paila: gran error. Antes de la media noche mis tripas empiezan a tronar y despierto con flatulencias difíciles de evitar, me tiro un pedito y sale acompañado: DIARREA.
Bajo corriendo al baño, tengo que caminar en puntas de pie y evitar a los compañeros que tiran piso, es decir duermen en el suelo. Me he asegurado con abundante papel higiénico, pero llego a las justas al baño, y por fin: suelto toda la mierda. Después, sonrío, me quito el calzoncillo, me lavo el culo y las piernas y cuando pienso que ya puedo subir a dormir a mi tumba, (tercera cama a la derecha), vienen los vómitos y de nuevo la diarrea, los dos se pelean por salir primero. Mis líquidos elementos; no saben por dónde ir: si por arriba o por abajo; solo tienen que salir. Y mientras lucho en ambos frentes pienso en lo que me ha caído mal, no hay mucho en que especular; es obvio. Tallarines Recalentados de la Paila.
El tallarín de la paila es probablemente, junto con el bofe y las tripas, el más cruel de los alimentos que tiene una prisión; especialmente esta prisión, el tallarín en sí no es tan malo: lo malo es el remedo de atún que sirven con él. Es un atún parte pecho… ¡Ya quisiera!! Es un atún desechado de los desechos, que viene grateada, (asi dice en la lata, pero esa palabra no existe en el diccionario ¿tan malo es?) el atún en sí es hermoso cuando es lomo y se consume antes de la fecha de vencimiento. Es maravilloso. Mana del cielo. ¿Quién no se ha preparado su atuncito con rocoto y cebolla y su limón pa meterlo al pancito o comérselo con sus galletas de soda? ¿Ricaso no? Bueno olvídense; el atún que viene acá es un atún pasado, no solo vencido sino recontra goleado - peor que el Perú –Argentina donde Argentina salió campeón mundial y a nosotros nos metieron seis a cero – bueno, este atún lo único que quiere hacer es salir por el trasero – o por donde sea.
Acá en la prisión las apuestas corren: no sabemos si ese atún es papel prensado o cajas de cartón condimentadas. Y como acá tenemos un patita que prepara hamburguesa con queso caneras, es decir; pan de paila con cartón aderezado y queso hecho de condón derretido, nada nos parece raro. Pero en todo caso las hamburguesas caneras del Chato Vargas son mejor que ese tallarín con … -algo que parece atún pero que huele a desagüe.
Sentado en cuclillas me doy cuenta de que el desagüe ha colapsado: no soy el único al que se le revuelcan las tripas, durante la noche ya ha sido ocupado varias veces: no soy el único con el estómago flojo, -pero si soy el que más lo ocupa. El hedor es tan intenso que nadie duerme. Es una noche muy larga; casi tan larga que cuando recién lo canean a uno.
Me arde el culo y ya se me acabó el papel higiénico; no me queda más que lavarme el Ortenzio y las manos, caballeros noma. Subo a la tumba y me tiro contra el colchón agarrándome el vientre y gimo, mis tripas me acompañan con largos quejidos y retumbantes tambores. Parece una ópera italiana en su momento más álgido.
Mientras mis tripas se rebelan y quieren salir en libertad y mientras agarro mi vientre con ambas manos pienso lo jodido que es perderla (la libertad) y pienso en la familia que me dejó y en el amor que no sé si algún día me tuvieron o no, estoy tanto tiempo preso que ya no recuerdo si (el amor) existió algún día, y me da dolor al alma y duele más que el cuerpo.
Y mientras mi cuerpo sufre, mi alma vuelve a recordar y añora con venganza; prefiero el dolor de cuerpo: sé que en algún momento esto pasará, hay medicina para ello, pero… ¿para mi pobre alma? Gracias a Dios vuelve el dolor de estómago otra vez y me saca de mi casco.
Los dolores, van y vienen como un cruento oleaje que remueve el mar de mierda dentro de mi vientre. Pienso que ya he botado todo, y, cuando pienso que ya no puede doler mas, ingresan fuertísimos cólicos que me doblan en dos, cuatro, en mil maneras. Quiero bajar a cagar otra vez, trato de aguantar, pero no puedo. ¡Joder las náuseas! - pienso en español de España- y siento un amargor en la boca queriendo salir, y no pudiendo aguantar más vomito: puro bilis y moco. Y mientras vomito: babeo y moqueo; el ano dilatado parpadea como una cortadora de luz en la discoteca. Siento que los dolores me parten en dos y caigo al suelo donde está durmiendo un compañero quien me dice: ¡Ya cánsate pe huevón: no dejas dormir.! No puedo refutar ni hablar, sigo doblado en dolor. Somos trece los que dormimos en la celda, el resto no dice nada solo soportan el hedor y la bulla y el destrabe, pero ya los estoy cansando: lo siento en el aire, junto con la miasma y el hedor. Me dan retorcijones y vuelvo a vomitar.
Después de una eternidad regreso a mi cama, tercer piso a la derecha. ¡Puta madre! Estoy cansado, muy cansado, no aguanto más: me meto al saco a dormir. ¡Imposible!! Paso toda la noche en vela esperando que amanezca para ir al tópico, no quiero chancar la reja y nadie quiere darme una mano: estamos presos cada uno tiene su propio pañuelo y baila marinera a su gusto.
Por fin cuando logro dormir; suenan las rejas y a levantarse. No quiero levantarme, quiero seguir durmiendo, pero me duele el estómago, salgo de la celda y al llegar a la puerta del pabellón pido permiso al técnico para salir al tópico; me dice que ya salí, - solo por joder o para que lo achore con su punto. No quiero discutir, - cosa rara en mí que siempre ando jodiendo y guerreando-, no puedo hablar, balbuceo y el técnico de servicio al ver que estoy realmente mal, pálido y ojeroso y débil y realmente enfermo me dice: Anda, sube no te demores. Si te encuentro en otro sitio te llevo al hueco. Vienes rápido noma. Antes de cuenta.
Caminando por el jirón me entran náuseas y vomito mientras camino, vomito por todo el jirón; es una bilis amarga - casi como mi café cargado, - pero sin azúcar. Sigo caminando, paso la puerta de control, avanzo a la rotonda, me recibe el Supervisor y exclama: aterrizaron los extraterrestres. No respondo. Me deja ir. Sigo adelante, camino como sonámbulo.
Llego al tópico, las enfermeras han salido a tomar desayuno a la calle. El dolor recrudece. No puedo soportar los cólicos, el dolor, la diarrea, los vómitos. Busco el baño, lo encuentro y hago lo mío (otra vez) ¿De dónde sale tanta mierda, tanto vomito? - me pregunto -. Salgo mareado del baño, en el pasadizo veo una camilla y me echo y espero y espero y espero…
Cuando, por fin, llegan las enfermeras (mil años después) me llevan al ambiente de tratamiento y la enfermera Yolita me pregunta cómo me siento. Morir- contesto. ¿Qué tienes? Me duele todo, tengo vómitos y diarrea; no me hable por favor …no puedo hablar. Asiente con la cabeza, me da un vaso con agua, no te vayas a deshidratar dice y me pone suero y alguna que otra medicina para calmar mi dolor.
La aguja entra en mis venas como una braza ardiente, ensancha mis venas y arde, arde; pero siento el dolor a lo lejos como si fuese otro habitando mi cuerpo. Una arcada inunda mi garganta y volteando el rostro vomito en los zapatos de la enfermera. Aj, que asco-dice. Disculpe. No te preocupes, ya lo limpio. Lo que te he puesto te va a ayudar, ya te va a calmar. Espero noma. Me echo en la camilla y espero a que calme el dolor.
Y mientras siento agonizar y espero la muerte (o una prima hermana suya-algo asi como un sueño profundo o entrar en coma) se abre la cortina y veo una mancha de gente tras ella. Se adelanta un letrado con una medalla en el pecho y me pregunta si recibí la citación. No sé nada. No contesto, lo miro y me tapo el rostro con mi toalla, su ayudante me destapa y le dice al Fiscal: Miente. Se hace el enfermo. Para mí es como si hablasen en chino No sé nada, no recibí notificación alguna. Además, el dolor es tan agudo y la droga ha embobecido mis sentidos que la verdad no me importa lo que piense. ¿Está usted bien pregunta el fiscal? –sintiéndose ignorado. No, no me siento bien. ¿Podría ir a sala, al interrogatorio, al cual le hemos citado? No, no: no puedo ni ir a mi celda- respondo. Es un malcriado - dice la ayudante del fiscal y voltea el rostro buscando a la enfermera: Enfermera, enfermera ¿que tiene este señor? Está mal, tiene cólicos, le hemos inyectado… No escucho nada. Me vuelvo a cubrir el rostro con la toalla y deseo con todas mis fuerzas tener un poco de nauseas para vomitar a la ayudante del fiscal. Muy bien, muy bien pospondremos la cita para mañana a las 10. ¿Qué le parece? Pregunta al aire. Hago un gesto de asentimiento. Está bien; supongo. Bueno vamos- dice el fiscal. Se hace señor fiscal, le digo que se hace - sale la asistente repitiendo en ecolalia su tonito acusador como una mosca zumbando frente a un mojón. La imagen es tan vivida que me levanto súbitamente y vómito. Se cierra el telón y duermo. Por fin.

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