Me sobra una eternidad.
Una eternidad para mirarlo, mirar su silueta y lo que hace con ella.
Que la forma de su espalda me tortura sin saberlo.
Que su boca, esos dientes tan blancos tras unos labios que me mortifican con sólo mirarlos. Que me llevan a la locura imaginando besarlos constantemente. Que no dan tregua alguna. Que someten a pesar de todo.
Que esos ojos fijos, que taladran por momentos, los mismos que parecen verte el alma, leerte los pensamientos y atravesarte sin preguntas ni respuestas.
Sin quererlo, me encuentro, un día más, pensándole, soñándole en silencio, tras las máscaras, tras un velo de inocencia fingida. Que, sin saberlo, corroe, me corroe tan fuerte&
