TusTextos

Milán.

Milán (la reflexión aburrida)

Una vez más, vuelo hacia algún lugar. Otro kilómetro mas allá de los 10, 20, 30 pasos en los que pueda encontrarte.
Qué bien, qué riqueza.
Qué paz, como expresarlo.
Como decirlo.

Estoy, tomando un café cerca del Duomo, en una callecita que el mapa turístico, créeme, jamás me llevaría.
Estoy pensando en el baño que acabo de pisar, tan baldío, poco digno de una ciudad como tal. Milán. Milano.

Y sí, estoy sentada en una silla de hierro forjado. No es mi mejor escrito, ni mucho menos, pues me deleito observando a la gente en un barrio poco frecuentado por turistas, pero disfruto de un expresso, (oh, dios mío, los cafés aquí son maravillosos. Podría morir en ellos) disfruto de ese expresso, mientras observo todo. Porque, soy Cáncer, y creo que a algunos más que a otros se nos acentúan más.

La gente sigue siendo magia.

Esa magia que no tocas pero percibes.

A veces, me cuestiono decisiones, muchas veces. Supongo que no hemos nacido con el pan relleno del libro de instrucciones debajo del brazo, y hay días que te saturas. Y ojalá aquella matrona, me hubiera colocado ese maldito libro.
Me pregunto si es bien o es mal, y me desvelo en madrugadas.
A veces las horas vuelan, y hablo de ti. Abiertamente.

Admiro. Admirable son las personas que me entienden. Que no puedo decir nada malo de ti. Pues, eres quien más daño me ha hecho en esta vida, pero quien durante el tiempo atrás creó una, cómo llamarlo, una pequeña tela que me recubría el corazón, me lo protegía, y me daba calor. Por eso, por esos cientos de motivos no te llego a odiar como el 80% de la población debería odiar a hombres como tú. Porque, ahora mismo solo soy capaz de recordar lo bueno.
De verdad, te lo prometo. Ni siquiera me sale insultarte. No puedo hacerlo.

Creo, que el cerebro es listo, o soy yo astuta y de tan buena me convierto en tonta, (TONTA) pero, si lo negativo me hace daño, para qué guardarlo en la cabezacorazon continuamente... tiene su pequeña parcelita, con jardín y flores sin regar, pues paso muy de vez en cuando. Estoy dándole más importancia a mi nuevo chalet del ventrículo derecho y parte del izquierdo. Y lo riego a base de sonidos ocultos de tu risa, o de la mía.
Y justo ayer lo comentaba, no es que me robarás lo que yo era, pues siempre fui yo. Simplemente, ahora soy más yo. A veces, caemos en el puto error de darlo todo, y nos olvidamos de que nosotros también necesitamos de nosotros mismos.
Ahora, es el momento de llamarme egoísta, pero ojo. No te equivoques, voy a estar al segundo que me necesites, pues si hay algo por lo que estoy aquí, es por la gente que me rodea.
Y esa gente merece mi todo, porque de nutrir el mío ya me baso yo después de esta lección que me dio la vida.

No te olvido. No tengo porqué.

Y si lo existe, que alguien me diga la razón, ni siquiera te vas a convertir en un recuerdo vano. Y ni siquiera me apetece pasar un tupido velo. Pues mi vida empezó naciendo, y nadie me dijo que estaba obligada a borrar años de mi vida, a eliminarlos, o a obviarlos. Los disfruto, los recuerdo, como si fueran caramelos que a veces saben bien, a veces repites, a veces escupes o a veces saboreas aunque estén más amargos que tu propia vida.

Quizás, me da pena. Tenerte, pero no tenerte. Buscarte, sin buscarte. Me da pena, ni siquiera haberte podido mirar a los ojos un día de estos. Después de todo, no volví a saber de ti. Y ni siquiera con una llamada, fuiste capaz de decir un "Lo siento" o "no lo merecías". Era suficiente, la mesa y la silla eran gratis. Incluso la acera de la calle no estaba mojada, ni siquiera llovía. Pero, la cobardía abunda.

Y yo, sigo con mis trampas en la cama.
Echándome agua fría cada vez que oigo tu nombre.

Porque tu eras magia,
y a mí,
a mí, me convertiste en juego.
Mediterraneamente22 de enero de 2017

Más de Mediterraneamente

Chat