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Última Esperanza

Una noche, cuando la familia Juárez dormía, Rebeca Juárez se despertó de una pesadilla con ganas de llorar y una sensación de vacío, solo recordaba estar en un campo llorando. Entonces escuchó lo que la había despertado, el celular estaba sonando, al verlo notó que eran las 2 AM y que tenía un par de llamadas perdidas. -¡Quién es a esta hora? preguntó al contestar, -¡La casa de tu madre está ardiendo ven pronto! -Exclamó la voz de una joven del otro lado y colgó. La señora despertó a su esposo angustiada y le dijo entre lágrimas, -la casa de mi mamá está en llamas.
60 Minutos después estaban en el lugar aunque el trayecto regularmente era de 90, pero obvio fue demasiado tarde, el fuego acabó con toda la casa que era de madera, el único sobreviviente estaba a punto de ser lanzado al río por una pequeña multitud.
-¡Qué diablos están haciendo! -Gritó el señor Juárez al acercarse.
-Estamos castigando al maldito culpable, deberías agradecernos. -Dijo molesto el hombre que tenía en sus manos al presunto responsable.
-¿Cómo demonios va ser esa pobre criatura la culpable? -Preguntó indignado el señor Juárez.
-Porque es ayudante del demonio, ¡solo míralo! -Replicó una señora con un crucifijo en la mano.
-¡Están estúpidos o qué rayos les sucede! -Les dijo al momento que trataba de quitarles al pequeño animal. Entre el intento de rescate el gato que había estado muy tranquilo hasta ese momento, vio la oportunidad de escapar, tras rasguñar repetidas veces al hombre que lo tenía preso huyó hacia donde estaba Rebeca.
-¡Idiota, dejaste escapar a esa maldita criatura!
-¡Pero te arrepentirás de lo que hiciste maldito incrédulo! -Le reprochaban el hombre y la señora a la par que otros del grupo lo maldecían. Antes de todo esto Rebeca se apartó y fue donde estaba la casa quemada, una de las pocas personas que estaba en el lugar la llevó al sitio donde estaba el cuerpo calcinado de su madre, al verlo comenzó a llorar desesperadamente lamentando haber llegado tan tarde, después de un rato llegó el gato a su lado y comenzó a acariciarla mientras maullaba.
Cuando pasaron 2 horas, el señor Juárez volvió a casa con el gato por dinero y para ver cómo estaba su hijo, eran poco más de las 6 de la mañana cuando despertó al niño.
-Te traje al gato de tu abuela para que lo cuides hoy. -Dijo el padre con la mayor alegría posible.
-¡Está aquí mi abuelita papá? -Contestó el niño muy contento.
-No, ella ahora está con diosito. -Respondió su padre queriendo suavizar las cosas.
-Papá, pero ella va volver verdad.
-No hijo, ella murió, pero ahora está en el cielo y te juro que es muy feliz.
-¿Pero por qué, papá por qué? -Preguntó el niño queriendo llorar.
-Porque ubo un incendio y solo su gato logró escapar. Entonces el niño comenzó a llorar y su padre lo abrazó intentando tranquilizarlo, así pasaron algunos minutos hasta que por fin se calmó.
-Tu tía Ámbar vendrá a cuidarte, yo tengo que volver al pueblo, mejor sigue durmiendo. Le dijo su padre antes de salir he irse. Dos horas después el niño despertó porque alguien había abierto la puerta de su habitación, entonces vio asustado como un gato saltó a su cama, quiso gritar y correr al ver los ojos rojos y la espuma que brotaba de la boca del animal, pero no pudo, cerró los ojos justo cuando el gato lo atacaba rasguñándole el rostro, más al fin logró moverse y cubrirse la cara, pero el felino había desaparecido, la puerta estaba cerrada y al mirar el espejo su rostro no tenía nada.
Asustado el niño fue a la sala a ver al gato de su abuelita, lo encontró dormido en una caja. Entonces decidió alimentarlo, buscó un traste adecuado y fue al refrigerador, sacó un bote de leche, lo vertió en el traste, después lo calentó en el horno y se acercó mientras trataba de olvidar lo sucedido en su cuarto. -Toma, bebe pequeño gatito. Dijo al darle su bebida al felino, el gato comenzó a beber tranquilo a la vez que el niño lo acariciaba y pensaba en su abuelita. Recordó llorando, las veces que ella le contaba historias de miedo antes de dormir, como al despertar ya tenía listo su chocolate y su pan y las ocasiones donde le permitía prender las veladoras que le ponían a un señor crucificado, para que los cuidara siempre. Entonces molesto gritó, -¡Por qué diablos ese maldito no ayudó a mi abuelita! -Mientras el gato chillaba pues lo estaba ahorcando, comenzó a murmurar furioso, -Por qué no te moriste tu estúpido gato en vez de mi abuela. -El animal como pudo rasguño al niño en su mano y escapó, el infante ahora tenía otro motivo para llorar, al ir por papel para limpiarse la sangre empezó a pensar una manera para vengarse del desgraciado animal, al ver el refrigerador se le ocurrió algo. Abrió el congelador y sacó una bolsa de hielo, la puso sobre la mesa y comenzó a llamar al gato pero no apareció, tras pensar unos momentos tomó el traste del animal, lo llenó de leche y comenzó a llamar nuevamente. Esta vez el felino salió del cuarto del niño y se acercó, el niño lo abrazó y lo puso dentro de la caja con su plato de leche, lo acarició un poco y se fue por el hielo. El gato engañado por el buen trato se puso a beber tranquilamente, pero cuando el niño estaba a punto de golpearlo con la bolsa de hielo cuando una voz conocida le susurró, -Déjalo Tomi. -Aterrorizado tiró el hielo al piso, el gato al darse cuenta que le quería pegar huyó. Unos minutos después escuchó el timbre, con miedo todavía se acercó a la puerta y preguntó, -¿Quién es? -Soy tu abuelita Tomi. -Respondió riendo una chica del otro lado, al oír esto el niño abrió la puerta contento de ver a su tía.
-Tía, escuché a mi abuelita. -Dijo el niño entre asustado y triste.
-Yo igual la escuché, hace 10 años cuando me gritó bastarda. -Respondió con cierta ironía y odio en sus palabras.
-En serio tía, ella me llamó. -Contestó Tomi con lágrimas en los ojos. Su tía al verlo así, lo abrazó y le dijo, -No llores, tu abuelita ahora es feliz en el cielo con mi papá así como lo fueron hace 20 años antes que yo naciera, ahí tú y todos quienes la amán la verán algún día. -Entonces el niño respondió esperanzado, -De verdad tía, volveré a ver a mi abuelita.
-No, nunca volveremos a estar con quienes murieron, solo nos queda vivir esperando que el subconsciente se apiade y nos regale otra charla con ellos, aunque sea en un sueño.
Mefisto13 de diciembre de 2019

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2 Comentarios

  • Regina

    Guauuu que buen cuento!!! me gustan tanto!
    TE doy la enhorabuena, te ha salido genial.Un saludo muy cordial Mefisto.

    14/12/19 06:12

  • Mefisto

    Gracias Regina por tus amables comentarios, aunque no dejo de pensar que hay algo que le falta a lo que escribo. Saludos igualmente.

    02/01/20 07:01

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