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Cambio de Estado.

Se han perdido los dones y las sirenas cambian el rumbo de mi noche, como una aparición se abalanza y me susurra que mi corazón está roto.
No es un espectro, esto sólo es un cambio de estado. Es uno de esos momentos en que mi habitación vuelve a oler a mí, es mi afonía.
No necesito voz, no en este momento, sólo los aleteos de las bellas durmientes, no necesito más.

¿Para qué? Viejo, caduco, insignificante. Me gustaría vivir cien años más y a pesar de todo podría seguir sufriendo de amor.
Apuesto media vida a que toda esta enorme basura seguiría alimentando mis ganas de encontrar ese algo. Ese trozo que sé que algún día alguien dejó colgado en algún lugar. Colgado, olvidado... enfrió el mundo.

¿Y quién quiere en los avatares de diciembre a un anciano perturbado?
¡Ven, afonía! recuerda que fui yo quien colocó las piezas del puzzle sobre mi rostro.

Con el cambio de estado ya sé sonreír, cuando dejo de pelear con mi memoria, cuando encuentro escapatoria en las ilusiones de poseer algún día la paz.
Intimando con la almohada, bañándome en el tiempo...
Preferiría llorar.
Pero aunque no sea tiempo de pérdidas, ni de cosechas profetizadas, siempre está ese lugar ausente. Siempre hay un espacio que llenar.

Cantos de sirenas, desgarros muriendo.




Mi3huella24 de octubre de 2011

1 Comentarios

  • Gentio

    Que venga la afonía, es el maldito diciembre. Es el Papá Estado, verdadero hacedor de suplicios, al que hay que provocarle desgarros muriendo. Genio, me agrado bastante...

    19/12/11 11:12

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