Ódiame. Hazlo de la manera que te apetezca, de la manera que quieras, que desees. Al fin y al cabo, sé, bueno, más bien, sabemos, que acabaremos arrodillados el uno frente al otro; el motivo por el que no ha pasado aún es porque nunca hemos estado solos, siempre nos odiamos en público, que cobardes . Estamos esperando ese maldito momento en el que nos encontramos y, no tenemos más remedio que reflejar la verdad; que mirarnos a los ojos y ver que brillan más que la luz de la luna; que abrazarnos y sentir que nuestros corazones van al mismo ritmo, a mil por hora; que nos besamos y no sabemos muy bien como hacerlo, porque hasta este momento no hemos sido compatibles, hemos sido como dos polos opuestos que no eran. Tan solo hemos demostrado nuestro odio, poniéndole motivos y más motivos, y, ¿Por qué lo demostrábamos tanto?, porque, cuando algo no es, se pueden llegar a hacer extremas locuras para que lo pueda parecer. Vamos, no seas cobarde, quiéreme, o limítate a confesarme que me quieres en silencio, como yo.