A lo lejos lo escucho lentamente,
Como llegan a mis oídos, sordos de tiempo,
Clamores descalzos que conciernen
Una ayuda que cúrenlos de ese veneno.
Es como un miedo lento,
Que nunca cesa y visto a lo lejos.
Es una daga fría, contigua a la desesperación
del Heautontimorumenos.
El yugo de un ser libre,
Que sin dejar serlo, es preso de su propio ser.
Por eso es porque es consciente de
que nunca beberá del cáliz de la certidumbre.
También sabe que su lucha es vana,
Y que la mayor hostilidad es su propia sangre.
Pobre de él, que nunca aprenderá
Que su temblor no es miedo, sino el venidero.
El hombre que se tortura a si mismo es como el poeta que viola sus versos, pero todo vale, los versos son libres y la propia identidad también. Unos versos muy logrados, creo que es la la primera vez que te veo por aquí, pero seguiré tu cauce.
Un saludo, Monocroma.