Vivo esperando el día del juicio final,
un día que amarillo no será,
y el verde volviesen negros
mis desgastados y exhaustos dedos.
Un día en el que un puente será un puente,
y el reencuentro con mi amada será fogoso,
desleídos en largas tardes al fondo del valle.
Un día lejano o cercano, nadie lo sabe.
Vivo esperando el día del juicio final,
aquel que tildará a la soledad.
Y mi amarillo será verde, o no tan verde,
y mi negro será desgasto, para hacer compañía a mi amada.
¿Y qué me quedará? A mí que dependiente soy
de sonrisas y lágrimas de felicidad,
de pozos que llené con tu inherencia
y umbrías que se alejan si mi amada no está.
Largas tardes a la espera de un sol de septiembre,
eso quedará, y si no queda eso, no entenderé nada
ni a nadie que me haga entender quien sepa,
que las cosas ya curtidas algún día merecerán la pena.
Buen poema saludos