El reloj de la cocina me cuenta que son las diez de la noche de este viernes de finales de mes.
Estoy sola, apreciando una vez mas a esta hermosa ciudad, que el sol abandono hace unas horas.
La radio me regala sus canciones y su companía. Escucho ahora, a un muchacho que manda su teléfono al aire, al igual que lo hice yo...hace ya un mes atrás.
Bratt...su nombre aún se clava-con dolor- en mi corazón. Bratt...¿volveré a verlo? ¿será posible? Bratt, Bratt...
Mejor no pensar más, mejor termino de estudiar esta materia, que es urgente.
El teléfono está sonando.
-¿Hola? ¿como te va? - responde una seductora voz masculina.
(Era él, despues de ya casi tres semanas de no vernos)
-te siento como...triste. ¿puede ser? -acotó-.
-Nostálgica, digamos. -respondí-.
Tengo ganas de verte, te extrañé -respondió-
En ese momento de gran alivio interior, y de gratitud hacia la vida, se me aparece la cinematográfica visión del libro que estaba estudiando al revez. Son dos espléndidas y blancas fragatas, víctimas de un naufragio, que resurgen ahora, de azules profundidades, armándose pedacito por pedacito hasta que por fín, ya terminadas, comienzan juntas a navegar por un mar calmo e infinito.
Volvería a verlo! volvería a besarlo y a sentir su piel cálida sobre mi piel sedienta de esas gotitas de amor que se deslizaban al amarnos...
Ahora sí que estoy con aquella paz. Y no con cualquier paz; sino una de esas que anuncian una benévola tormenta...un sensual huracán de amor llamado Bratt.
Por fín . El sonido del timbre anunciando su llegada.
Llego hasta la planta baja, desbordando de tierna emoción. Ahí está. Se me hace más atractivo que la primera vez.
-Hooola, mi amor! -exclama- dándome un abrazo que jamás podré olvidar.
Lo aprieto contra mi cuerpo ,sofocándolo, casi.
Pegando sus labios contra mi oído me regala los más tiernos mimos...Cerré mis ojos apretándolos con fuerza, como cuando era niña, frente a un juguete caro que había caído al piso, para negar la destrucción que había imaginado.
Cuando los abra -me digo- el espejo estará limpio, inmaculadamente limpio...porque todo aquello había sido solo una pesadilla.
En ese momento de gran alivio interior, y de gratitud hacia la vida, se me aparece la cinematogr?fica visi?n del libro que estaba estudiando al rev?s. Son dos espl?ndidas y blancas fragatas, v?ctimas de un naufragio, que resurgen ahora, de azules profundidades, arm?ndose pedacito por pedacito hasta que por f?n, ya terminadas, comienzan juntas a navegar por un mar calmo e infinito.
Grande, Movisi, extraordinario.
Pero qu? bien que escribes.