Ni siquiera podía ver bien las letras del teclado, el sentimiento le impedía pensar con claridad; el sonido de las cuerdas desahaciendose (pobre Bach)...
La mugre y la tristeza estaban pegadas a su cuerpo como su verdadera piel, el descubrimiento de su propia insignificancia era un golpe duro y aterrador. Y el día no ayudaba en nada, todo nublado y gris.
¿A dónde iría a parar?, ¿Qués más podía esperar? Lo único que anhelaba era quedarse inmóvil en su cama y esperar, esperar como su cuerpo iba muriendo; pero su cuerpo no estaba enfermo; era un sabotaje de su propia humanidad. Desear morir y no tener el valor para hacerlo..
Aún más insignificante, un error de Dios (o la fuerza suprema), un montón de material orgánico mal gastado, maltrecho y dolorido.
Aquí vamos de regreso, ¡que alguien mate mi cuerpo, porque yo no me atrevo a hacerlo! soy cobarde, soy la nada, no existo..
No s?, seg?n se mire. A veces lo valiente es seguir adelante a pesar de las dificultades. A m? me gustar?a luchar por mi vida hasta el ?ltimo segundo aunque fuera imposible. bueno, son distintas formas de ver una cosa. Un saludo.